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NOSOTROS Y CÍA

De la Dormidina al Trankimazin

    Están como locos miles y miles de insomnes españoles, ansiosos esperando que se dé a conocer el fármaco que, de la noche a la mañana -nunca mejor dicho- ha logrado que Pedro Sánchez concilie otra vez el sueño y duerma a pierna suelta a pesar de pactar con Pablo Iglesias la formación de un Gobierno de coalición.

    Porque supongo que se acuerdan de aquellas palabras del secretario general de los socialistas de que no iba a poder pegar ojo con Pablo Iglesias como vicepresidente y con Unidas Podemos en el Ejecutivo.

    Y, aunque el tiempo vuele, no hace tanto de esa reflexión, fue a finales de septiembre. Entonces es cuando a mí me entran las dudas, me surgen mil y una cuestiones y me pregunto: ¿Qué impidió entonces hacer lo que han hecho ahora; qué ha cambiado; qué les ha ocurrido?

    Porque las condiciones que había antes para una coalición PSOE-Podemos eras más propicias para la estabilidad que la suma de escaños surgida de las elecciones del 10N.

    Es más, parece que Sánchez convocó las elecciones para perder tres escaños, olvidarse de la cómoda mayoría absoluta con que contaba en el Senado y esfumar la posibilidad de contar con un posible aliado como Albert Rivera.

    Eso sí, ahora va a tener 52 noes fijos en los próximos cuatro años de legislatura, los de Vox. Eso, claro está, contando con que tendrá los apoyos suficientes para aprobar presupuestos, sacar leyes o derogar la reforma laboral, como le exigía la formación morada.

    Porque tan solo con Pablo Iglesias lo único que puede hacer el todavía presidente del Gobierno en funciones es irse a la cama e intentar dormir, aunque sean tan solo cuatro horitas y con la ayuda, por supuesto, de una Dormidina.

    Y ya los han visto ustedes: "ilusionados", en palabras textuales de ambos, cuando hace apenas una semana y durante los últimos meses se han puesto de vuelta y media, de padre y muy señor mío, se han dicho absolutamente de todo.

    No sé qué respeto es ese que se tienen ambos. Si a mí me dicen algo de lo que se espetaron ambos, retiro el saludo, no les quepa ­duda alguna.

    Pero vamos a lo importante, que al fin y al cabo es lo que de verdad nos interesa y nos importa; que luego sea bueno o no, funcione o no, dure o no, es otra historia muy distinta.

    Yo, personalmente, como ya me leyeron en varias ocasiones, era más partidario de una gran coalición al estilo alemán, como la que mantuvieron Angela Merkel y Martin Schulz, y que Pedro Sánchez y Pablo Casado, con o sin la connivencia del ya desaparecido Albert Rivera, nos guiaran por la difícil senda del progreso y bienestar hasta situar a España en los niveles que nos merecemos.

    Me explico, creo que nos merecemos mucho más de lo que tenemos en cuanto al Estado del bienestar, salarios, pensiones, protección social, ayudas, educación, cultura..., pero con mucho menos déficit público e inflación, tipos de interés como los actuales pero a perpetuidad, alquileres más racionales.

    Pero con el Congreso de los Diputados que nos ha quedado, repleto de independentistas, cuperos y los ultraderechistas de Vox, será una labor imposible mantener la paz en el hemiciclo. Así que le deseo toda la suerte del mundo al próximo presidente de la cámara baja, ya sea hombre o mujer, de derecha o de izquierdas. Bueno, no dudo ni un ápice de que será algún socialista.

    ¿Qué quieren que les diga? El panorama me sigue pareciendo tan complicado o más que antes de las elecciones geneales del pasado domingo.

    Faltan muchos mimbres para que el Ejecutivo tenga estabilidad, bastantes más que tras los comicios del 28 de abril. Y a eso súmenle la sentencia del procés, las veces que Sánchez no le ha cogido el teléfono a Torra, la exhumación de Franco y el cabreo generalizado de la ciudadanía española.

    Aquí me parece que los únicos ilusionados son Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Y ellos tan alegres, abrazados y somnolientos con su Dormidida.

    Y nosotros, cuatro años a Trankimazin

    ¡AY, AY!, QUE ME SABE A CALISAY

    1 NO ES TAN FÁCIL Parece ser que el candidato socialista a repetir como presidente del Gobierno no tuvo en cuenta todos los factores necesarios antes de firmar el preacuerdo con Unidas Podemos. Una vez más le crecen los enanos y aún está por ver cómo puede acabar esta negociación que se nos vendió como la gran panacea nacional.

    2 REVOLUCIÓN Aunque se intentan acallar las voces discordantes en el PSOE con el abrazo de Sánchez e Iglesias, no han podido ponerle puertas al campo y ahí están, por ejemplo, el expresidente Felipe González o el expresidente extremeño Juan Carlos Rodríguez Ibarra, que no se han cortado a la hora de criticar la decisión del secretario general.

    3 ¿ADIÓS, PARA SIEMPRE ADIÓS? Y ahí están. El primero asegura que nunca aceptará que se rompan las reglas de convivencia. Además, no felicitó al ganador de las elecciones, porque no era necesario, dijo. El segundo afirma que dejará el partido ipso facto en el momento en el que se materialice ese Ejecutivo del socialpodemismo.

    EL AUTOR ES PERIODISTA

    16 nov 2019 / 23:44
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