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EDITORIAL

Espionaje de ayer y de hoy

    LAS pesquisas llevadas a cabo por la Audiencia Nacional sobre la posible colaboración del espionaje ruso en el proceso soberanista catalán a través de la unidad 29155 de su agencia de inteligencia GU, ha vuelto a poner sobre la mesa de debate el alcance de una práctica encubierta de injerencia informativa, política y hasta militar que, para muchos, aparentaba ya superada y casi obsoleta a estas alturas del siglo XXI. Sin embargo, hemos de señalar que esto no es así, sino todo lo contrario. Las técnicas y artimañas relativas a la desinformación, a la propaganda, o a la obtención encubierta de datos e información privilegiada, pese a ser tan antiguas como la propia historia, nunca han dejado ni de estar presentes ni de realizar una función clave en el equilibrio o la desestabilización de fuerzas militares, potencias gubernamentales, formaciones políticas, procesos industriales, e incluso conglomerados empresariales.

    Las agencias de inteligencia y los servicios de espionaje, pese a sus diversos grados de especialización, sofisticación y actuación, bajo parámetros reservados y clasificados de secretismo y discreción, y con recursos económicos casi ilimitados, recurren a sus agentes infiltrados, penetrados o empotrados para lograr unos objetivos tan dispares y lógicos unos, como desasosegantes y temerarios otros. Desde desestabilizar, deponer o instaurar gobiernos, desinformar y transmitir propaganda política, adulterar procesos y resultados electorales, propiciar conflictos civiles, vulnerar patentes y derechos industriales, o favorecer o anular estrategias empresariales; hasta lanzar ataques cibernéticos, vulnerar redes de defensa y seguridad, abordar emplazamientos estratégicos, minimizar recursos energéticos y naturales, proveer material bélico y armamentístico, financiar grupos radicales y terroristas, o eliminar objetivos (emplazamientos y personas) catalogados como nocivos o enemigos.

    Israel (Mossad), EEUU (CIA, FBI, NSA), Reino Unido (MI5, MI6), Rusia (FSB, SVR, GU), Pakistán (ISI), Irán (Vevak), Cuba (DI/G2), China (MSS), Francia (DGSE) o Alemania (BND), lo saben bien, independientemente de que unos prioricen el ámbito militar, otros el político, y algunos incluso el económico, el industrial y el empresarial. A fin de cuentas, la información es poder, permite adelantarnos y tomar la iniciativa, o protegernos y blindar nuestra seguridad individual y colectiva. De ahí que todo lo que semeje confidencial para algunos, pueda resultar trascendental para los intereses de otros.

    Incluso en un mundo aparentemente menos belicoso como el actual, es precisamente el espionaje sofisticado la práctica que, salvo ciertas excepciones puntuales conocidas por todos, evita hoy día regresar a una confrontación armamentística clásica entre grandes bloques o regiones; todo ello, muchas veces, en nombre de la manida "seguridad nacional".

    www.josemanuelestevezsaa.com

    01 dic 2019 / 21:53
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