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LA QUINTA

Exclusión de puertas adentro

    LA DESIGUALDAD sigue siendo la más visible y profunda de las huellas que ha dejado la Gran Recesión. Pero aún siendo así, a menudo no la vemos. Embebidos, y hasta embobados en ocasiones, con los datos macroeconómicos con los que día tras día se nos quiere hacer ver que aquello de las vacas flacas ha pasado a mejor vida, el informe de la fundación Foessa, vinculada a Cáritas, nos ha abierto estos días los ojos. Apunta el estudio que el 35 por ciento de la población gallega sufre exclusión residencial, paraguas bajo el que se incluye desde la penuria que supone para muchos hacer frente a la hipoteca hasta la infravivienda o problemas de insalubridad, humedades, hacinamiento o de acceso al hogar por culpa de las barreras arquitectónicas. Según otro estudio de la Fundación Mutua de Propietarios, hecho público también recientemente, más de seis mil gallegos con movilidad reducida no salen nunca de casa por problemas de accesibilidad. La desigualdad, en fin, oculta a menudo de puertas adentro. Una marginación silenciosa en la que, atendiendo a los datos de Foessa (Fomento de Estudios Sociales y de Sociología Aplicada), Galicia se sitúa a la cabeza. Pese a que, todo hay que decirlo, nuestra comunidad salva la cara -si se puede utilizar esta expresión sin restar un ápice de gravedad a la realidad que refleja- respecto a las cifras más genéricas de la exclusión social: aquí la sufren de manera moderada el 9,1 % de la población y es severa para el 8,4 %, índices que en ambos casos se sitúan por debajo de la media estatal (9,6 y 8,8 respectivamente). ¿Hace algo la Administración? Sería tremendamente injusto decir que no. Contra la exclusión residencial en Galicia se ha puesto en marcha, por ejemplo, el programa Reconduce, que funciona desde 2013 para dar apoyo integral a las personas en riesgo o situación de desahucio por ejecución hipotecaria. Y hay también planes de ayudas para la rehabilitación de casas, para el pago del alquiler o para la instalación de ascensores u otros dispositivos de accesibilidad. Aunque el problema sigue ahí. La macroeconomía no debería, en todo caso, hacernos perder la perspectiva del sufrimiento que unos y otros porcentajes esconden, de los miles de rostros que representan, aquéllos que deberían guiar la acción de un gobierno que en España aún no tenemos porque al parecer en este país preocupa más quién va a ocupar una silla que las políticas que se quieren implantar.

    23 jun 2019 / 22:15
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