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Director de la Semana de Cine Euroárabe Amal

Ghaleb Jaber Martínez: "El cine árabe es muy valiente, afronta temas bastante incómodos"

Hasta este viernes, los más exigentes podrán adentrarse en la auténtica realidad del mundo árabe. Y todo gracias al festival Amal, un referente en Galicia. Incluso el público adolescente quedará “impactado emocionalmente” y verá que lo que a veces cuentan los medios sobre esta cultura no es cierto. Y es que “los niños no son tontos”, apunta.

Diversidad y multiculturalismo son las notas características del festival Amal. Cuéntenos qué vamos a ver.

Vamos a descubrir un año más la diversidad y la calidad del cine árabe, completamente maduro, que ha sabido trasmitir y reflexionar no solo sobre su sociedad, sino sobre sus propios problemas de historias completamente universales que nos emocionarán y, sobre todo, nos abrirán una nueva mirada hacia el mundo árabe.

Este es un cine poco convencional, ¿para un público exigente y deseoso de aprender, Ghaleb?

Sí, creo que en el momento cinematográfico que vivimos, dominados por los grandes títulos y las grandes campañas de márquetin, hay un público -va al alza- que valora un cine diferente. Películas como O que arde, de Oliver Laxe; y Capharnaüm, de Nadine Labaki, nos aportan una mirada diferente, con la que somos capaces de conectar y de emocionarnos mucho más que con las imágenes de otros grandes títulos que se imponen en las grandes salas comerciales.

Y sí, yo creo que es un público mucho más exigente, que persigue un cine de más calidad. Pero sin duda, directoras y directores del mundo árabe han llegado a una madurez tal que son capaces de satisfacer y de ser premiados en diferentes festivales alrededor del mundo.

¿Cómo hace la selección de ­películas?

Arracamos esta iniciativa para ofrecer una mirada diferente a través de un lenguaje universal. Entonces, lo primero que observamos es la calidad. Una semana de cine ha de tener buen cine, independientemente de qué cultura represente. Pero también es cierto que hay otros criterios de diversidad, de reflexión, que nos llevan a configurar la programación.

El catarí, por ejemplo, está muy influenciado por el norteamericano, con alto presupuesto. En cambio, nos dejamos llevar más por cinematografías más emergentes, que puedan aportar a este lado del Mediterráneo una visión y una reflexión diferentes sobre lo que es el mundo árabe.

No sé si es de los que piensan que el nacionalismo se cura viajando y que abrir la mente es imprescindible para eliminar prejuicios que existen.

Sin duda, el desconocimiento y el silencio que se crea entre diferentes es donde nace el miedo. Lo hemos visto a lo largo de la historia con los nacionalismos, una época en que la comunicación era muy escueta a través de la palabra, y donde a lo mejor los componentes geopolíticos y los intereses eran diferentes.

Sí es cierto que el nacionalismo tiene una base fundamental, que es el desconocimiento del otro. Y el otro no tiene por qué ser igual a ti. Pero cuando lo conoces, te das cuenta de que nos une mucho más de lo que nos separa. Por ejemplo, nos une mucho más a los árabes que al mundo sueco. Lo que pasa es que cuando vemos un telexornal o abrimos un periódico, no están constantemente bombardeándote con la idea de que en Suecia la gente se suicida porque tienen un sistema patriarcal represor. Simplemente, no lo cuentan, y ya uno piensa que los suecos están bien.

En cambio, si cada día que abres el periódico o escuchas una noticia de corte negativo -porque sí ocurren cosas terribles, como guerras, represión, costumbrismos arcaicos-, es lo único que sabes. Pero también ocurren cosas maravillosas que desconocemos, como su cinematografía, su cultura, sus costumbres. Es un mundo que abarca desde el Atlántico con Marruecos hasta las montañas de Siria, es tan inmenso que es muy poco lógico mirarlo solo desde el prisma de la palabra árabes.

Entonces, lo primero que tenemos que hacer es derribar ese estereotipo de árabe barbudo, que grita con una kalashnikov en la mano. Esa es una minoría a la que los medios no tienen que darle más voz.

Volviendo a Amal, que es ya todo un referente en Galicia, ¿cuál es el balance que hace y, sobre todo, cómo ve el futuro?

Volviendo un poco al origen, puedo decir que era por lanzar y ofrecer a los gallegos y a todo el mundo una visión diferente de un mundo que veíamos que había sido distorsionado por los medios de comunicación.

Empezamos de una manera muy humilde, con pocas películas y fuimos creciendo no porque recibiéramos grandes ayudas -porque sí es cierto que el planteamiento de Amal es muy incómodo incluso para los dirigentes y regímenes del mundo árabe, porque se habla de los propios problemas-. Es un cine muy valiente al afrontar ciertos temas y tenemos mucho apoyo del público, por eso hemos querido extender un poco el espíritu. Tiene una acogida bárbara en ciudades como Pontevedra, Rianxo, Lugo, Ourense...

Y ahora hemos dado el salto de Amal en Ruta a Santander, y seguro que no será la única que hagamos fuera. Pero sobre todo, no funcionaría si no hubiera un público que demandase esa visión.

De todos los títulos que se van a proyectar, cuál es su favorito.

Realmente no tengo ningún ­favorito. Pero hay tres títulos que a mí me gustan mucho y que no son de directores árabes, ­casualmente: Capharnaüm, de Nadine ­Labaki, me parece que vuelve con un trabajo extraordinario detrás de las cámaras. Esta polifacética ­directora rompe barreras, como ese imaginario colectivo de que todo son hikabs, burkas y mujeres ­oprimidas.

Luego, Hamada, de Eloy Domínguez, me hizo especial ilusión cuando vi que podíamos tenerla. Fue para mí una satisfacción porque representa un poco lo que siento al ser un chico de Santiago que hago un festival como una manera de enriquecer a mi ciudad. Y que haya un director gallego que vaya a los campos de refugiados saharauis a hacer un documental sobre la situación en Marruecos y en Argelia, me hace sentir especialmente orgulloso.

Luego, el documental con el que inauguramos: La guerra empieza aquí, de Joseba Sanz. Me parece una reflexión muy interesante de cómo los conflictos que vemos lejanos empiezan en lugares como España, donde la industria armamentística necesita que se gaste para seguir vendiendo.

No hay armas inteligentes, solo matan. Y matar no es inteligente.

Creo que es un tema peliagudo porque sí nos afecta. Y solo asumiendo esa parte de culpabilidad que podemos tener, es la única manera de cambiar las cosas.

TRAYECTORIA
CARGOS. Ghaleb Jaber Martínez (Santiago de Compostela, 11 de marzo de 1981) es presidente de la Fundación Araguaney-Puente de Culturas y director de la Semana de Cine Euroárabe Amal.
FORMACIÓN. Es licenciado en Comunicación Audiovisual y máster en Producción y Dirección de Cine y TV (Universidad Ramón Llull). Cuenta con un seminario sobre Ventas Internacionales por la Universidade da Coruña.
CINE Y TV. Desarrolla proyectos para cine y televisión para la productora CTVmedia.es. Dirige y realiza diferentes cortometrajes, spots y formatos para televisión. Cuenta con experiencia como montador, labores de producción, dirección de fotografía y operador de cámara. También tiene experiencia como fotógrafo.
EVENTOS. Ejerce la dirección y comisariado desde el año 2004 del Festival Internacional de Cine Euroárabe Amal.

22 oct 2019 / 20:52
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