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Las banderas como símbolo de identidad para todos los países

En tiempos de los romanos, cada manípulo y cada cuerpo de caballería tenía su propia enseña

    Como todos los caminos dicen que van a Roma, la historia no iba a ser menos. Centrándonos en el arma más poderosa del Imperio (sus legiones), la simbología, como elemento de cohesión en ellas, era fundamental. Tanto que los historiadores hablan acerca de una auténtica "religión de la bandera" entre los legionarios romanos y sus generales. De ese modo, las enseñas de las cohortes y manípulos que las integraban, más allá de su mero simbolismo, estaban consideradas como el alma misma de la formación militar. Y por ello eran objeto de un culto muy devoto.

    Hasta las reformas de Mario, en las legiones romanas, cada manípulo tenía su enseña, y cada cuerpo de caballería su bandera. A su vez, los signos y banderas de las legiones, eran cruciales sobre el campo de batalla. Fue Mario quien dotó a la legión de un emblema común, el águila, Aquila, que superpuso al resto de enseñas de las cohortes. Lo peor que le podía pasar a una legión era que sus águilas (sus banderas) cayesen en manos de los soldados enemigos. Y lo mismo pasó en las guerras sucesivas de todos los tiempos. Incluida la guerra moderna.

    Así, la fotografía de seis soldados estadounidenses plantando y haciendo ondear la bandera norteamericana sobre el monte Suribashi, en la isla de Iwo Jima, durante la II Guerra Mundial, pasó a convertirse en una de las imágenes más míticas de todos los tiempos.

    Magister vitae historia est (La historia es la maestra de la vida), y 2.000 años después, las banderas siguen, como hemos visto, teniendo una gran importancia en la identidad de los Estados y, en nuestro caso, español, también de las autonomías. Y aun así, las banderas, en muchos casos, son compartidas por varias comunidades autónomas, debido a un pasado histórico común que las une. Así, la cuatribarrada, roja y amarilla, es compartida por las comunidades que integraron la Corona de Aragón: Aragón, Cataluña, Valencia y Baleares. Las banderas, como la liturgia, la jerarquía y el respeto, sí que son importantes.

    Aceptar y respetar

    Lo curioso es ver cómo quienes denostan con frecuencia los valores y modos anteriormente citados, "por conservadores", son los primeros en defender su identidad a través de la liturgia de que sea su "única bandera autonómica" la que ondee en los edificios de la Administración pública. Quienes así piensan, expresan no sólo falta de respeto por la ley emanada de la Constitución, sino también por la ciudadanía. Y Educación para la Ciudadanía es también aprender y respetar los símbolos que identifican a España.

    ¿A alguien se le ocurriría llamar facha a una persona que lleva en la camiseta la bandera de Argentina o Brasil (como tantas se ven)? ¿Qué pasaría si alguien luciese la bandera española con el escudo constitucional? ¿Habría de ser por ello un facha? En España estamos aún provistos de muchos complejos, y pensamos que defender que las banderas ondeen en los edificios públicos es estar en contra de las autonomías. La normalidad pasa por aceptar y respetar los símbolos y banderas, como signo de unidad y no de exclusión.

    Así, la normalidad absoluta en Santiago sería que la bandera española ondease también en la residencia oficial del presidente de la Xunta de Galicia. Desde la rúa de Xoán XXIII (no sólo con el actual presidente, sino también con el anterior) sólo se ve ondear la de Galicia. Y sin embargo, nadie pone en duda que el presidente, legítimamente elegido por la ciudadanía, lo es de todos los gallegos. Es normal, como lo sería que allí la bandera de Galicia ondease junto a la española.

    16 sep 2007 / 00:43
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