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a bordo

Manquiña, abogado del Estado

    EL amigo Manquiña aún está a tiempo de rectificar su carrera profesional y orientarse por nuevos caminos. No es que como actor y showman lo haga mal, que lo borda, sino que tendría un futuro espléndido como abogado del Estado. Tal como están las cosas le bastaría con presentarse a la oposición correspondiente, responder como buenamente pueda el cuestionario y, llegado el final, estampar una de sus frases más gloriosas, aquella que dice que "igual que te digo una cosa te digo la otra".

    No se puede sintetizar mejor el relativismo que ahora se apodera de ese alto organismo de la estructura estatal. Tal como nos lo cuentan, el Gobierno en funciones acudió a este oráculo a preguntar si podía librar los millones de las autonomías, a lo que la abogacía dijo que no tras hilvanar unos argumentos muy sesudos. La asesoría de la Xunta emitió entonces otro informe con un conclusión contraria que fue menospreciada en Madrid, quizá por ver en ella una simple réplica provinciana.

    El caso es que durante varias semanas diferentes portavoces gubernamentales y partidarios se apoyaron en el dictamen para defender que el dinero permaneciera en el Banco de España o dónde estuviera instalado. De nada valieron las quejas de Galicia y demás autonomías ante un Ejecutivo moroso que, en definitiva, estaba reteniendo unos cuartos que no eran suyos. Todo parecía sentenciado pero resulta que el mismo Gobierno pregunta al mismo oráculo la misma pregunta, y recibe una contestación completamente distinta. "Sí se puede", se le oyó decir con voz cavernosa.

    ¿No será Manquiña el que responde, caracterizado en esta ocasión como jefazo de la abogacía del Estado? ¿Habrá abandonado el organismo todos los códigos y reglamentos para hacerse plenamente galleguista? Esa es una de las hipótesis; una abogacía del Estado instalada en nuestro bendito dependentismo que nos hace oscilar, buscando siempre una tercera vía y huyendo de respuestas extremistas como un Sí o un No. Sin embargo esta posibilidad no deja de ser bastante ingenua.

    Hay otra inquietante que es el uso partidario de organismos que debieran estar a resguardo de la micropolítica. Sonará escandaloso para algunos oidos ingenuos pero tal vez, sólo tal vez, haya habido una presión para que primero se dictaminara una cosa y después la contraria. ¿Qué pudo haber ocurrido entre el primer No y el segundo Sí? Pues que el Gobierno creyó que el No sólo perjudicaba a las autonomías del PP, cuando en realidad afectaba también a las suyas y fue entonces cuando el presidente anuncia un cambio de postura durante un mitin en Valencia, que finalmente ratifica la abogacía.

    Es un Sí parcial que para Galicia supone 330 millones de los 700 que la Xunta reclama. ¿Va a quedar así la cosa? Seguramente no. Teniendo en cuenta la volubilidad de estos dictámenes nadie puede descartar que dentro de algunas semanas se nos diga que en vez de 330 son 500 o más. La cantidad podría ser cantada por los niños loteros de San Ildefonso, más dificiles de influenciar por el poder. Manquiña está disponible, creemos. Pasaría del Sí al No sin problema y además nos reiríamos mucho.

    Periodista

    10 oct 2019 / 21:12
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