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Marino Gómez Santos, maestro de periodistas

Una vez más nos sorprende Marino Gómez Santos (Oviedo 1930) con un exquisito trabajo periodístico y literario sobre la Ciencia Española. Me refiero a Severo Ochoa y España, Ed.Trotta, fundación Alfonso Martín Escudero.

    A este respecto, comentar una anécdota de hace más de 20 años, en la cual un joven médico muy conocido mío, nada dado a la timidez, haciendo antesala en el ayuntamiento de Santiago, se quedó en estado de pasmo, incapaz de articular palabra, al entrar Severo (por aquellos días de visita en Compostela) solo, contemplando los salones y cuadros que hay en las proximidades del despacho del alcalde.  Tras su impecable trayectoria de toda una vida de biógrafo y entrevistador científico, (forjado en las redacciones de Pueblo, con el maestro de periodistas Emilio Romero, ABC, Blanco y Negro; Madrid, Ya, Gaceta Ilustrada, Actualidad Española o Tribuna Médica), que, a mi modo de ver, alcanza su cumbre en los diversos libros sobre la vida y obra del profesor Marañón (Premio Nacional de Literatura 1971, con reedición corregida y mejorada en 2001), está un estilo propio, de cercanía discreta a los grandes hombres de la ciencia española, en el área biomédica.

Nos ayuda a asomarnos a la vida y obra de estas figuras señeras como alguien próximo y discretísimo que, con excepcional tacto y delicadeza, los convierte en personajes familiares, dándonos a conocer mil y un detalles del hombre y su obra.

Comprensión mesurada

Siempre la palabra medida, la comprensión mesurada de hombres y situaciones; no fáciles, casi nunca, tanto a los protagonistas como a los cercanos: Marañón, Ochoa, Jiménez Díaz, Del Río Ortega, Nóvoa Santos, Grande Covián, Cajal e incluso personajes ilustres como el doctor Negrín, (excelente fisiólogo en un principio, cuya obra, en palabras del propio D. Severo, arroja un balance final pobre debido a su abandono por la política) y nefasto político se mire como se quiera. O el  eminente y recordado maestro, el profesor Laín, tantas veces manipulador entre bastidores.

Impulso a la investigación

Ya no digamos la exquisitez con que trata otros temas no científicos como en su obra La reina Victoria Eugenia de cerca , obra quizás menos conocida pero no por ello menos exquisita. Otro trabajos excelentes son Crónicas del Café Gijón (1955), Diálogos españoles (1958), Españoles sin fronteras (2000) y muchos otros desde 1952 a 2007. Inaudita capacidad de trabajo la de Marino en los 57 años que median entre ambas fechas y suma y sigue, desde Leopoldo Alas Clarín, ensayo bio-bibliográfico, hasta López Ibor, con El hilo rojo en su pensamiento.

Por sus páginas circulan, en sentido casi fisiológico Pío Baroja, Teófilo Hernando, padre de la farmacología española; el doctor López Ibor y Castroviejo, los profesores Sols y Oró, el profesor Trueta, así como premios Nobel como Meyerhoff, principal maestro de Ochoa con Negrín, Krebs, Chain, los esposos Cori, Szent-Gyórgyi y el argentino Houssay. También la residencia de estudiantes, la Junta de Ampliación de Estudios y, tras la Guerra Civil, las instituciones como el instituto de España, que desde distinto punto de vista pretendieron continuar la experiencia de la fructífera e institucionista JAE dirigida por Cajal. (A los interesados en ampliar su conocimiento de la obra de la JAE en Galicia recomiendo consultar la magnífica tesis doctoral de Ricardo Gurriarán, A Investigación científica en Galicia 1900-1940. ( 2004), 2 vol. Bib. Xeral USC). Con un recuerdo especial desde este pequeño escrito para el sabio profesor, pensionado de la JAE de cuyas enseñanzas disfrutamos, imberbes aún en Pontevedra en su casi ancianidad,

Juan Ugarte Poyano. Asimismo, un emocionado recuerdo a la memoria del doctor Carlos Del Valle-Inclán, marqués de Bradomín ( Q.E.P.D. ), quién me puso en contacto con Marino con su gracejo y exquisita amabilidad hace algunos años.

Así como los esfuerzos de Severo por impulsar la investigación en ciencias  biomédicas en España con los ministros Julio Rodríguez Villanueva, Federico Mayor Zaragoza y Cruz Martínez Esteruelas y el mismísimo rey Juan Carlos, ya desde su época de Príncipe de España a quien, con delicadeza rechazó aceptarle un marquesado. 

Es  este libro al que hoy me refiero de una especial complejidad por pasarse la mayor parte de sus más de trescientas páginas describiendo los procesos enzimáticos y de aislamiento y síntesis de proteínas, fosforilación oxidativa, fijación de CO2, polinucleótido fosforilasa y clave genética. 

Avances científicos

Y obtención y aislamiento de otros compuestos que le llevaron a la síntesis del RNA y al Premio Nobel, que con los trabajos de Watson y Crick y de tantos otros ilustres científicos han llevado a la biología molecular y al conocimiento del genoma humano al destacado sitio en que se encuentra en nuestros días.
No he podido ver la obra de Dalí sobre ángeles subiendo por la escalera de Jacob a modo de RNA transmisor por la doble hélice del ADN, que tiene que ser notabilísima y que elaboró en honor al profesor Ochoa tras un sueño.

Amistad sincera

Por todo este complejo mundo se mueve Marino, (que contaba con la amistad sincera de Severo, asturianos ambos, quien gustaba de dialogar e incluso discutir con él de los más diversos temas, así como de viajar juntos, visitar museos, iglesias, el Real Sitio de la Granja de San Ildefonso e, incluso, de la simpática anécdota de asustar a Marino con frecuencia, conduciendo su potente Mercedes a grandes velocidades a sus ochenta y bastantes años) con precisión milimétrica y la palabra exacta y justa, a veces no exenta de emoción elegíaca como cuando describe la triste muerte de Severo, solo con su médico el doctor Merchante y su equipo en la habitación  616 de la Fundación Jiménez Díaz

Su traslado en coche fúnebre solo, sin el duelo oficial adecuado a un Premio Nobel, a tal punto que, tras entrar un joven médico/músico (realmente el ejemplo de nuestro eminente músico, musicólogo y médico Compostelano doctor Enrique Jiménez, secretario de Música en Compostela, cunde entre la clase médica según parece) en el aula Magna de la Jiménez Díaz, donde se instaló la modesta capilla ardiente, provisto de un violonchelo y, tras ejecutar zarabandas de las suites de Bach, se fue con la música a otra parte, llegando a estar el coche fúnebre bajo la lluvia, camino de Luarca más de una hora estacionado ante una casa de comidas.

     Aunque la figura de Marino es conocida ampliamente por historiadores de la Medicina y aficionados devotos al tema, me atrevo a proponer a las sociedades de Historia de la Medicina, de médicos escritores y artistas y a los Colegios de médicos un homenaje público de calado a una vida fecunda, como la suya, parafraseando a los Almodóvar y Warletta primeros o casi primeros biógrafos de Marañón que así calificaron a la de su admirado Gregorio. Excelente ocasión a mi juicio de editar las obras completas de Marino, que si no me equivoco no están recopiladas como tales.

12 oct 2007 / 22:46
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