Mario: el primer gran ídolo
El pívot coruñés, icono de la primera época dorada del Obra y héroe del ascenso en Mataró, alecciona sobre la vida más allá del baloncesto // A sus 53 años, pelea contra la crisis y el paro
Decían que me iba a encontrar con un tipo extraño, callado, triste, con pocas ganar de recordar el pasado y enrabietado con su presente. Yo tuve la suerte de charlar con un hombre valiente, directo cuando se trata de contar su verdad, divertido, crítico con quienes se apartaron cuando se apagaron los focos, agradecido con quienes siguieron a su lado, duro consigo mismo y con sus tropiezos y honesto con su realidad. Su difícil y complicada realidad.
Mario Iglesias Botia (16-05-1960) ha sido el primer gran ídolo del obradoirismo, el icono de una época de grandes logros pero con un complicado día a día, el referente de una gran familia que se veía capaz de superar cualquier obstáculo y sentía el club como propio, porque lo daban todo por él, sin importarles las consecuencias ni el mañana.
El "primer negro que jugó en el Obra", el pívot del "reverso aún inimitable" como lo define su compañero y amigo Tonecho, el héroe del ascenso de Mataró pero también el jugador de las rodillas de cristal, es hoy un superviviente de 53 años que como muchos hombres de su generación sortea la crisis económica reenganchando empleos, luchando por un puesto que le permita cubrir el mínimo de años cotizados exigibles para percibir la jubilación, que encuentra su principal amparo en su "santiña" (su madre), y que quema las horas muertas nadando en el mar de A Coruña, a donde regresó hace 13 años, cuando los palos de la vida hicieron insostenible seguir caminando solo. "No quiero que la gente crea que estoy resentido porque no me han ayudado. No me quejo, la vida es como es. Me lo busqué yo", dice en una frase que quiebra el corazón.
<a href='http://quiosco.elcorreogallego.orbyt.es/'>Más información en Orbyt y El Correo Gallego</a>