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Del mitin a la reflexión

    ACABA LA CAMPAÑA ELECTORAL. Esta vez más corta, para bien de los sufridos sufraguistas que aguantamos carros y carretas, mientras los elegibles nos predican las excelencias de su ideario y todas las malicias del contrario, nos exponen sus promesas y nos dan ánimos para que se los devolvamos en forma de votos. Si aplicamos bien el ojo nos damos cuenta de que tanta prédica se torna innecesaria, ya que a unos y otros durante un determinado tiempo ha habido ocasión de verles el plumero. Por muy justitos de mollera que andemos, todos tenemos la suficiente como para percatarnos de que más de una vez fuimos engañados. Lo que se quiere transmitir, al calor del alboroto de los mítines, está fríamente escrito en los programas, que nadie lee, y no pasa por el mero convencer a la parroquia, que ya lo está. No soy, de ordinario, aficionado, sino más bien contrario, al sistema mitinesco, porque estoy convencido de que no sirven para mucho, si no es para arropar al candidato , desentumecer la víscera cardíaca, jalear hasta lo irracional, enardecer las masas y esperar que les dure la calentura hasta el día de las urnas. Y, al igual que ocurre con las manifestaciones, medir la masa humana concurrente, para deducir el grado del tirón. El mitin tiene mucho de farsa y, como en cualquier teatro que se precie, lo primero es guardar las normas escénicas, comenzando por el vestuario. El papel exige que ese día nos descorbatemos y, si se puede, nos arremanguemos todos para denotar igualdad y cercanía, y que el líder o candidato semeje ser persona campechana y uno de los nuestros. De todos modos, aunque no me confiese diletante de los mítines, no quiere ello decir que no asista, de cuando en cuando, a alguno. Da comienzo el reparto y, de seguido, se escuchan las frases esenciales, y el líder ofrece al pueblo un gobierno de progreso que ni él ni quienes le escuchan saben lo que es. Y, si lo saben, lo disimulan. Esta es la frase: "Nosotros somos el único partido que puede garantizar un gobierno serio y de progreso". Falso, si se entiende exactamente el concepto de progreso. Querido amigo: que el progreso también supone desenredar, de una vez , el lío de los ERE, en Andalucía, y no machacar exclusivamente al PP con sus famosos corruptos, por poner un ejemplo. Lo que sí me gusta es eso del "día de reflexión". Porque reflexionar es cosa de adultos y ejercicio propio de sesudos cerebros. Y para dar el voto con acierto, vale la pena dedicar un día entero. Eso sí, porque, como son tantos los que prometen lo que no cumplen, mienten lo que no está escrito, fingen, simulan y engañan, hay que cuidarse bien de no equivocar la papeleta, a la hora de votar.

    EL AUTOR ES JUBILADO

    08 nov 2019 / 22:46
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