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lOS OTROS DÍAS

La nueva soledad

    EN el Medievo, unos cuantos copistas ocultos en los monasterios guardaron la memoria de los tiempos idos. Grecia y Roma, la concepción del mundo que ambas culturas atesoraron, sobrevivió gracias a ellos y el Renacimiento fue posible. Luego lo fue el Humanismo, el hombre se convirtió en el centro de todo y surgió la Ilustración; por el medio la imprenta posibilitó que el pensamiento y el conocimiento que antes se condensaba en un solo libro, al alcance únicamente de unos pocos, fuese puesto al alcance de muchísimos para que la paulatina transformación que se recuerda fuese posible.

    Ahora el correo electrónico y las diversas redes sociales nos permiten saber en tiempo real lo que está pasando al tiempo que podemos hablar, mientras nos vemos y simultáneamente, con personas que habitan en los lugares más remotos. Los cirujanos pueden aplicar técnicas quirúrgicas aprendidas por medio de internet y, como ellos, los demás especialistas en las diversas ramas de la ciencia pueden conseguir que el mundo cambie y que la tecnología sea casi un bien común y compartido. Pero mientras, los que no son técnicos, se detienen delante de las pantallas de sus ordenadores y se olvidan de vivir.

    Si en el Medievo los siervos de la gleba vivían gracias a la protección de sus señores, que lo eran de horca y cuchillo, de bienes y de haciendas, viviendo al margen del conocimiento y de la ciencia, alejados de los circuitos por los que circulaba la cultura, entretenidos en la espera de una muerte que los conduciría a un mundo mejor, ahora, desaparecidos los feudales medievales, surgen los grandes emporios de la banca especulativa y financiera dueña y señora de la vida y las haciendas de ciudadanos bancarizados a los que mantiene vivos como fuerzas productivas reconvirtiéndolos en gentes que trabajaban para vivir, en gentes que lo hacen para comer y, aún por encima, les deben de estar agradecidos. Sucede de modo que hasta en el régimen franquista un trabajador tenía más derechos laborales que en el actual y, en principio, democrático.

    Mientras el conocimiento tecnológico viaja a ritmo de vértigo por las autopistas de la información y consolida los poderes surgidos gracias a la informática, los nuevos siervos de la gleba se entretienen en alimentar las redes con sus ocurrencias y desvaríos de forma que todo quede retenido en ellas y sirva para alimentar la bestia. Díganme si no si esta nueva soledad ha servido para consolidar una corriente de pensamiento o de opinión. Yo no lo creo.

    Los Indignados, y ahora Podemos, son criaturas gestadas en el vientre del sistema gracias al descontento generado por los que nos gobiernan, lo hagan desde un lado o desde otro, desde una geografía física o desde otra mental y no hubieran surgido sin descontento y penuria, escasez y bajos sueldos, junto con una masacrada clase media.

    Escritor, Premio Nadal

    y Nacional de Literatura

    19 jul 2015 / 20:30
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