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tribuna

Orgullo y vanidad

    EL orgullo podemos definirlo como la "sobreestima de la autoestima" y la vanidad, la "sobreestima de la falsa estima".

    La vanidad se alimenta del principio "dime de qué presumes y te diré de qué careces" porque, en efecto, la vanidad se basa y mantiene en el vacío, sin apoyo que la respalde o sostenga. Vanidad, del latín vanitas es la cualidad de vano, vacío, hueco o falto de realidad, sustancia o solidez.

    "Vanitas, vanitatis" proviene del libro bíblico el Eclesiastés, que la reconoce como "vanidad de vanidades y todo es vanidad". "Vanitas vanitatum omnia vanitas". Esta expresión latina no se emplea en el sentido de soberbia u orgullo, sino en el sentido de vanidad, insignificancia, como cuando deci-mos o nos referimos a algo "en vano".

    El orgullo es el sentimiento de satisfacción que se experimenta por los logros, capacidades o méritos propios o por algo en lo que una persona se siente concernida. El orgullo no debe confundirse con la soberbia, que nos hace sentirnos únicos y maravillosos, superiores y los mejores del mundo.

    El orgullo peca de no reconocer lo efímero de la gloria y el triunfo. A esta actitud puede aplicársele la reflexión latina sobre lo fugaz de la vanagloria y los éxitos mundanos que se contiene en la frase "sic transit gloria mun- di", es decir, así pasa la gloria del mundo.

    Tanto el orgullo como la vanidad afectan, con frecuencia, a los políticos, pues o exageran sus propios méritos o fingen tener los que no tienen. En estos casos, se trata de pecar, sucesivamente, por exceso o por defecto. En el primero pretenden "ser más de lo que son", en el segundo "ser lo que no son". Todo eso se ha puesto de manifiesto con la reciente crisis que han desatado los curriculums de los políticos, por haberse conocido casos de manipulación o falsedad en los mismos.

    Pero lo más desagradable de estas mentiras o falsedades se produce cuando los beneficiarios y quienes los cometen o utilizan son los mismos que alardean de moralizar la vida pública y promover la regeneración democrática. A éstos puede aplicárseles el refrán de que "es más fácil predicar que dar trigo" y que, cuando dichos responsables se adelantan a "curarse en salud" sin que nadie les acuse, se acusan ellos mismos, según el viejo texto latino "excusatio non petita, accusatio manifesta".

    Sentir la satisfacción del propio y verdadero mérito no debe envanecer a quienes lo posean, pues la arrogancia y el orgullo merman el valor de la autoestima y la vanidad es dudar del propio mérito y recurrir a aumentar, innecesariamente, su valor y el de la propia estima. Todo esto pone de manifiesto la importancia y necesidad del principio socrático "nosce te ipsum, conócete a ti mismo.

    Jurista y exprofesor

    universitario

    02 may 2018 / 21:38
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