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El origen del escudo de Galicia ya no tiene secretos

Eduardo Pardo de Guevara opina que lo más importante es el análisis de su significado

"El origen del escudo de Galicia ya no encierra secretos", nos dice Eduardo Pardo de Guevara, director del Instituto de Estudios Galegos Padre Sarmiento. Lo hizo antes de pronunciar la conferencia El escudo de Galicia. Origen, evolución y significados, que impartió en el Sporting Club Casino de A Coruña, invitado por el maestre de la Orden de Caballeros de María Pita, Vicente Iglesias Martelo, que tiene a Manuel Balseiro de lugarteniente.

"Lo interesante no es sólo el origen y la evolución final del escudo sino un análisis de los sucesivos significados añadidos a los emblemas", expresa el experto profesor de heráldica del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Como ejemplo pone la numismática: "Hasta hace poco consistía en coleccionar monedas, pero ahora de la composición de una aleación salen pistas sobre el momento económico de la sociedad que las acuñó".

Comenta que su investigación sobre el escudo de Galicia fue "un trabajo de largo recorrido", y destaca la enorme importancia de estudios anteriores como "una frase de Murgía dentro de un libro, un gran trabajo de Vaamonde Lores, o que Menéndez Pidal concretara su origen inglés".

Pardo de Guevara explica que "en un manuscrito inglés, un pergamino de unos 3 metros, datado hacia 1280, se atribuyen unas armas al Reino de Galicia y a un supuesto rey". "Es una invención en la que figuran tres cálices que se va copiando por toda Europa en los llamados armoniales", aclara, y precisa: "En aquella época se oía hablar de reinos y, al no conocerlas, se le inventaban armas lo mismo que a personajes míticos, y en nuestro caso ello fue por pura fónetica: Galicia-calice, que es lo que llega a España hacia la segunda mitad del siglo XV".

En su relato, Pardo de Guevara, señala: "Se pensaba que el documento más antiguo era el armonial de Diego Hurtado de Mendoza, datado en 1497, guardado en la Biblioteca de El Escorial, pero en la antigua puerta, ya no existente, de la derribada muralla de Betanzos había un escudo en piedra con cinco cálices hecho hacia 1470 y que ahora está en la fachada lateral de un edificio, como el del rey, pero mal ubicado, y hay otro similar, aunque de mitad del siglo XVI, en la puerta de Carlos V de Viveiro".

"Con el tiempo, y por el diseño del escudo, los cálices se reducen a uno, más tarde se convierte en copón, se le añade primero una custodia y después la hostia encima, y en el siglo XVI aparecen las cruces, que al final quedan en seis y otra más en el remate del copón", apunta el experto, quien insiste: "En heráldica lo importante es la lectura que se pueda hacer de las representaciones físicas".

amartinez@elcorreogallego.es

12 may 2011 / 01:02
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