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El Oroso TM, esa fábrica de jugadores

Tenis de Mesa hay en oroso un club de tenis de mesa que tiene una buena costumbre: cada año, un ascenso. pero el oroso es mucho más: es el trabajo bien hecho Y, SOBRE TODO, UN CLUB FELIZ Antonio Pais

    "Sí, somos un club feliz", responde deprisa y convencida Nuria Castro, presidenta del Oroso Tenis de Mesa, cuando se le pregunta. Puede que sea una respuesta condicionada por el éxito: el Oroso ha logrado cinco ascensos en cinco temporadas y el año que viene su primer equipo jugará en Primera Nacional, una categoría semiprofesional... para los demás. Nuria lo aclara con la misma rapidez: "Es el orgullo de saber que empezaste de cero, dice".

    Nuria es la mujer de Valery Malov, un gran jugador ruso conocido en Santiago por su paso por el Arteal. Hace algo más de cinco años, la casualidad quiso que ambos decidiesen irse a vivir a Oroso... y allí empezó todo. Valery tiene además el título de entrenador nacional, de primer nivel y "cuando llegamos, fue a hablar con el técnico deportivo del Concello, Manuel Cruz, y con el entonces concejal de Deportes, Eduardo Beiras. Compraron cinco mesas y, durante tres horas a la semana en el pabellón municipal, se estableció primero una actividad extraescolar que pasó a ser, en vista del éxito, una escuela municipal, también para adultos.

    La fiebre del tenis de mesa ya no la paró nadie en Oroso: cada vez había más niños que querían aprender jugando, y a todas horas. Las cinco mesas se transformaron en nueve... que ahora, con 33 niños y un total de 59 jugadores en el club, no llegan. "Tenemos 33 niños en una sala de 280 metros cuadrados, nueve mesas dos horas... no caben", dice Nuria, que hizo sus pinitos como jugadora de tenis de mesa y así conoció al que hoy es su marido, junto al que entrena en esa fábrica de jugadores que abrieron en Oroso.

    Nuria no quiere hacer la más pequeña crítica al Concello "que tan bien se ha portado", pero explica que las condiciones para entrenar no son las mejores: por arriba, el techo no es alto; por abajo, el suelo es de baldosas, lejos del suelo sintético que se precisa. "Nos enfrentamos a equipos que tienen condiciones mucho mejores. Por encima de todo, lo que hemos pedido es tener más disponibilidad horaria", dice.

    Ahora, en verano, hay cuatro horas diarias de entrenamiento, de lunes a viernes. Durante el curso escolar, los entrenos se reducen a dos horas diarias. Con algunos jugadores, y en determinadas fechas, hay entrenamiento a las siete de la mañana, antes de ir al cole. Y los niños.... "ellos, tan felices: siempre quieren más", dice riendo Valery. "A los niños les gusta ganar, aprender un deporte, tener copas, tal vez salir en los periódicos..." apunta Nuria.

    Y por encima de todo, cierra Valery, "a los padres les gusta que se hagan las cosas bien, de forma seria: que los niños jueguen y disfruten, pero con unas normas. Además, ven que ese trabajo trae después una recompensa".

    Y tanto. Desde el principio se vio que la cosa funcionaba. Así que el tenis de mesa se unió al fútbol... Luis Rey, presidente del equipo de fútbol de la localidad, propuso la fusión, "algo que vimos bien por el apoyo económico que suponía". Pero tras dos años (ascensos a desde Tercera y desde Segunda Gallegas), el tenis de mesa decidió volar por su cuenta.

    Esto trajo una mala noticia para Valery: pasó a no cobrar por tanto desempeño, tanto buen hacer como jugador y también jugando en el primer equipo. El club siguió creciendo, ascenso tras ascenso. Ahora tiene 90 socios que "hacen de todo, aporta cada uno lo que puede. Y más que asambleas, hay constantes reuniones. Y el primer objetivo de todos, es la verdad, es que Valery cobre: de momento, tendrá un contrato de tres meses, y a ver", dice la presidenta.

    Hay que hacer de todo para llegar al presupuesto, que este año será "de unos 40.000 euros, que lograremos entre todos", añade Nuria. La presidenta es igual de rápida cuando se le pregunta por el futuro: "A División de Honor, y si puede ser, este año", dice.

    Carlos, el niño que aprendió a ser campeón

    •••Carlos Domínguez vivía en Celanova (Ourense), allí tenía difícil jugar al tenis de mesa... y a los catorce años decidió irse a vivir a Oroso, a la casa de Valery y de Nuria. "¿Cómo se enseña a jugar a tenis de mesa? Como se enseña a escribir", dice Malov. Carlos fue rápido: a los 16 es campeón gallego juvenil, está entre los mejores de España de su edad y entre los tres o cuatro mejores totales de Galicia.

    •••Otros jóvenes valores del club: tienen doce años Silvia Álvarez, Uxío Regueiro y Xavier Abeijón, que brillaron en benjamines (un subcampeonato de España). Ahora son alevines y van con la selección nacional a diversas concentraciones están en el Plan de Talentos, juegan Europeos...

    •••"Se puede vivir del tenis de mesa", dice Valery Malov. En las dos primeras categorías masculinas (Superdivisión y División de honor), es un deporte profesional. La idea es que en el Oroso "jueguen los de aquí. No da tiempo a profesionalizar, al ritmo que vamos".

     

    LA CIFRA

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    Equipos El primer día eran cinco niños jugando a tenis de mesa. Hoy, el Oroso tiene a 33 niños y un total de 59 jugadores. Y nueve mesas para entrenar. Todos, en seis equipos masculinos (los de Primera y Segunda Nacional, más el de Primera Gallega y los tres de Tercera Gallega) y uno femenino en Segunda Nacional. Todo un logro... y sigue.

    10 jul 2011 / 22:39
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