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EDITORIAL

Más parados, más ahogados, más indignados

    NO POR ESPERADOS son menos dolorosos, otra vez, los datos del paro. Con prácticamente cinco millones de personas inscritas en los servicios de empleo, España destruyó 8.500 puestos de trabajo cada día del primer mes de 2013. Una tragedia social, amplificada con la caída de más de 263.000 afiliados a la Seguridad Social y el triste regreso a niveles de comienzos de siglo. Por no quedarnos, ni el consuelo del famoso plus de resistencia gallego nos queda: aquí, nos acercamos inexorablemente al techo de los trescientos mil desempleados, con la comarca de Ferrolterra en una dramática caída libre, y la nuestra fue la quinta comunidad con más parados en enero, solo superada por Andalucía, Madrid, Valencia y Cataluña. Así las cosas, no tienen nada de extraño las negras conclusiones de la encuesta realizada por el Instituto Internacional de Estudios sobre la Familia The Family Watch, que alertan de que nueve de cada diez encuestados ven la situación económica más deteriorada que hace un año, de que el 64,2% de los padres piensa que sus hijos vivirán peor que ellos y de que alguno de los que se habían emancipado han tenido que volver a casa, por falta de recursos, en el 9% de los hogares. Cada inicio de mes, soñamos con que en el anterior la crisis ha tocado fondo, pero cada fin de mes la realidad nos pasa por encima con la contundencia de una apisonadora que pone a prueba nuestra capacidad de resistencia. Por eso, los que llevamos años clamando por políticas de crecimiento que atemperen los efectos de los ajustes, quedamos turulatos cuando escuchamos, ayer sin ir más lejos, al secretario de Estado de Hacienda decir que la tasa de desempleo es insostenible y que es un grandísimo motivo de preocupación para el Gobierno. ¡Pues que se note, caramba! Mariano Rajoy adelantó desde Alemania que este mes anunciará un importante paquete de medidas -¿cuántos van ya?- para reactivar las pymes y crear empleo juvenil. Es primordial que esta vez acierten el señor presidente y su Gobierno, porque las familias no dan más de sí, el consumo está catatónico, las empresas cierran o, las que pueden, despiden para sobrevivir, y la indignación aumenta camino de un estallido de ira social incontrolado e incontrolable. Con este indigesto caldo de cultivo, el paro y los salarios de miseria no son la receta que necesitamos para vencer a la Gran Recesión. Diga lo que diga y se ponga como se ponga la señora Merkel.

    04 feb 2013 / 22:20
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