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LOS REYES DEL MANDO

Lo peor, a ser posible

    PARECE que la moderación ha desaparecido del Reino Unido (y no sólo del Reino Unido, me temo), lo que implica un paso más hacia el abismo, una vez instalados, como están, ante los acantilados de la historia. Pero hay gente que es así: se empecina en dar un paso más, cuando lo más razonable sería dar un paso menos. Cabe decir que no todos los pasos adelante suponen un avance, como creen algunos desde el propio interés. O desde la estulticia.

    Haciendo gala de esta afición inusitada a hacer lo peor, siempre que sea posible, no hay candidato inglés, al parecer, que avale permanecer en la Unión Europea, al menos sin ambages. Ya saben que los laboristas, lastimosamente, no logran desde hace tiempo amasar una postura coherente, más que nada porque Corbyn no quiere, o no puede, hablar con claridad. Al menos tuvieron ese momento de lucidez en el que propusieron, oh milagro, repetir el absurdo referéndum de Cameron, gran muñidor, junto a otros, de este quilombo de proporciones bíblicas. Pero Corbyn ha anunciado que él, de lograrse ese nuevo referéndum sobre el Brexit, no votaría ni sí ni no, sino todo lo contrario. Sin duda, vivimos en tiempo de nieblas y cegueras.

    Mucho miedo electoral es lo que hay. Y como suele suceder cuando hay miedo, triunfan las posturas duras. Siempre sale uno que dice: ¡dejadme solo! Pasaba mucho en los juegos de las fiestas patronales de mi pueblo. Y a menudo acababa mal. Ahí tenemos ya a Johnson prometiendo todo tipo de medidas para protegerse de la Unión Europea, o de lo que él dice que provoca la política de la Unión Europea. ¡Los otros! ¡Son los otros! Se veía venir.

    Como decía hace muy poco Eduardo Mendoza en A Coruña, lo grave de todo esto es que Johnson no tiene un pelo de tonto (su pelo, de hecho, es un celebrado icono de la telegenia, o algo así). Residente habitual en Londres, Mendoza no acierta a comprender qué ha sido de esa formación elitista de Boris, capaz, por lo visto, de recitar pasajes enteros de ‘La Ilíada’, no en inglés, sino en versión original, como ya dije un día. Una mirada al pasado clásico debería hacerle recapacitar, pero me temo que lo intelectual no entra en este paquete. La cultura abre puertas, ventanas y mentes, Boris Johnson, secundario de Shakespeare, lo sabe muy bien. Sin embargo, los intelectuales no están bien vistos, pues con su empecinada manía de pensar, introducen la inestabilidad de la duda, y favorecen el debate abierto, frente a ese pragmatismo bobalicón (y bastante autoritario), que promete arreglarlo todo en dos tardes, acusando de los desaguisados siempre a los otros.

    Como los vientos de la cerrazón (mental, sobre todo) soplan con fuerza, parece que este Boris, pragmático de conveniencia, va a apoyarse en ellos para ganar con soltura en los comicios. Y así poner en marcha su lema, ‘Get Brexit Done’, simpleza propia de este tiempo. Es la postura fácil, que va justamente en la dirección equivocada de la historia, del progreso y de la modernidad. Es la política de vuelo corto, que se rinde con torpeza infinita al empobrecimiento de las libertades. Corren malos tiempos. Y ahí están muchos políticos dispuestos a empeorarlos.

    02 dic 2019 / 22:54
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