PISA y la generación más culta de la historia

Seguramente recordarán que hace poco más de un mes, cuando el tontísimo y multielectoral año 2016 empezaba a dar sus últimas bocanadas de vida, los principales responsables del sistema educativo a nivel nacional y autonómico se empeñaron en insuflarnos grandes dosis de optimismo a golpe de vendernos hasta la saciedad lo bien parada que había salido España en el último informe PISA. Sí, hombre, ya saben, el estudio ese que en teoría evalúa de una forma supereficaz y muy objetiva el rendimiento de varios cientos miles de alumnos de un sinfín de países en tres áreas concretas: Ciencias, Matemáticas y Lectura. Pues bien, los 40.000 adolescentes que representaron a España en dichas pruebas debieron estar menos empanados que muchos de sus compis internacionales los días que se celebraron las pruebas y arresulta que salieron bastante bien parados en el ranquin general. Tanto es así que el ministro de Educación, levitando de satis­facción, salió varias veces a la palestra para remarcar que España se situaba por primera vez, sin duda gracias a la acertada política del PP en estas lides, a la altura de los países de la OCDE. Aquí, en Galicia y en Santiago, la cosa fue ya para lanzar cohetes, confetis y la de dios, porque nuestros aguerridos estudiantes de quince años se comportaron como unos auténticos lumbreras y por poco, uyyyy, consiguen varios podios dentro del ranquin español.

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