Poner orden en una gestión municipal fallida

A VECES TIENDE a pensarse que una ciudad avanza únicamente con los grandes proyectos. Que solo mejora con auditorios, polideportivos o complejos vip. Puede que sean necesarios para un salto de calidad, sobre todo si se trata de infraestructuras básicas. Pero una ciudad necesita antes, y sobre todo, una buena gestión cotidiana de las pequeñas grandes cosas. Si nos dejamos llevar por las obras de campanillas puede que nos olvidemos de que hay vecinos que pisan todos los días el mismo bache; que no tienen infraestructuras básicas en su zona; que sufren aceras destrozadas o falta de luz... Y esa es la gestión que identifica a buen grupo de gobierno. Porque puede que no salga en los libros de historia o incluso que las cuentas no le salgan al político de turno a la hora de recontar votos, pero habrá hecho ciudad. Durante los cuatro años de gobierno municipal de Compostela Aberta no hubo ni una cosa ni otra, como dejaron claro los votantes en las urnas. Ni proyectos con luces de colores ni gestión diaria. Y una de las muchas pruebas es la aplicación puesta en marcha para que los ciudadanos de Santiago se dirigiesen a Raxoi para todos sus pequeños problemas: baches, semáforos, basuras, parques... ¿Saben ustedes cuál fue la media de tiempo que tardaron en atender los requerimientos del paciente vecino, por ejemplo cuando denunciaba un bache del tamaño de un cráter? Pues 213 días, que se dice muy pronto. No parece desde luego muy razonable. Pero esa es la realidad que se ha encontrado el nuevo gobierno, y que todavía, esa es la realidad, no ha conseguido poner al día. Hay varios concursos cruciales que deben resolverse, para que por ejemplo la limpieza viaria vuelva a ser una prioridad en una ciudad turística. O para que el transporte urbano, ahora con muchas carencias, mejore y dé un servicio digno del siglo XXI. Demos más tiempo a Bugallo y su equipo. Pero exijamos que levanten cuanto antes una gestión agonizante.