El Racing sufre de lo lindo en Alicante pero... ¡es de plata!

A los diez minutos de partido en el Rico Pérez, el Racing de Ferrol ya sabía de sobras que iba a tener que sufrir de lo lindo si quería sacar su billete de regreso a Segunda División. En ese tiempo, el Alicante, que abrió el partido de vuelta hecho una furia, ya había marcado dos goles, ambos anulados correctamente (falta a Queco Piña y fuera de juego) y había demostrado que no le intimidaba la desventaja de dos goles que le había dejado el partido de ida: tenía fe, habría lucha.

Dirigidos desde la zona izquierda del centro del campo por José, los comandos alicantinos se infiltraban con acierto, una y otra vez, en la zona de peligro racinguista. Y los minutos pasaron muy lento para el equipo de los hermanos Veiga: sólo las acertadas intervenciones de Queco paraban el aluvión local.

Aunque, justo cuando la furia alicantina parecía haber disminuido, cuando Keitia apareció con su fuerza en el centro del campo, cuando se cumplió la fatídica media hora de juego, llegó el 1-0 que provocó un terremoto en el Rico Pérez. Y llegó... de un pase perfecto de José a la otra pesadilla del Racing, el delantero Capi, quien con su movilidad dio muchos dolores de cabeza a la zaga ferrollana: Capi recogió, apuntó y batió a Queco.

Así, el último cuarto de hora de la primera parte fue un suplicio para el Racing, más desbordado que nunca, que aplaudió la llegada del descanso: justo después de que Borja enviase fuera una gran ocasión local, tras una excelente jugada colectiva.

Aunque en fútbol goles son amores, y Jonthan Carril, tras cesión de Corredoira, pudo empatar el partido y casi matar la eliminatoria en el minuto 49. Salvó Unanua, y volvió la pesadilla alicantina. El juego en el centro del campo se niveló, el Racing adelantó líneas, pero entonces cada balón largo a Capi, a José, a Borja, que a la hora de juego lanzó al poste, era un tormento. Los ferrollanos se encomendaron a su héroe, Queco Piña, que volvió a responder con paradas de las que valen un ascenso.

Claro que lo valieron, porque con el paso de los minutos el Alicante acusó el lógico desgaste. El Racing pasó a dominar en el centro del campo, y sólo contados balones largos, en especial a Capi, llevaron la inquietud a la zaga ferrolana. En el tramo final, el Alicante ya sólo tuvo el recurso de jugar al pelotazo en busca de algún remate salvador. Pero éste nunca llegó, para la inmensa alegría de un Racing de Ferrol que ya es de plata.