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Regalos anticipados a Feijóo

    AUNQUE la victoria de Feijóo sobre Caballero en las elecciones del domingo tenga un gran valor anímico para sus huestes, lo realmente valioso para el líder del PP gallego se produjo mucho antes. Se trata de tres generosos regalos que llevan remitente socialista y refuerzan la posición dialéctica y argumental del presidente de la Xunta. El primero llega desde La Moncloa y se refiere al repudio de la extrema izquierda y el independentismo.

    Todos recordarán que, a fin de justificar el rechazo a la coalición que suplicaba Pablo Iglesias, Pedro Sánchez apeló primero al insomnio que le produciría tener a ministros de Unidas Podemos en su Gobierno, para hacer después una declaración solemne en la que afirmaba que no sería presidente a cualquier precio. La convocatoria de elecciones se debe a la incompatibilidad profunda entre la socialdemocracia, el populismo y el nacionalismo radical; quedaría reflejada en la batalla de Barcelona, donde la Policía de Sánchez se enfrentó a unos alborotadores dirigidos desde la Generalitat que contaban con la complacencia de la alcaldesa.

    ¿Por qué quienes fueron considerados como socios inaceptables en un Gobierno, se podrían convertir en aliados progresistas en la Xunta? Ni la sucursal gallega de Pablo Iglesias discrepó de los planteamientos de la sede central, ni el nacionalismo gallego ha dejado de aplaudir acríticamente al catalán en todo lo que hace o dice. Admitir aquí lo que se descartó allá, además de una supina incoherencia supone considerar al autogobierno gallego incluido en una política de segundo rango donde se puede actuar sin la responsabilidad y cautela que requiere la política de Estado.

    El segundo obsequio es la necesidad expresada por varios líderes socialistas de que se deje gobernar a la lista más votada, un noble principio que Pedro Sánchez no respetó al derribar a Mariano Rajoy. Sin embargo ya se sabe que "hay más alegría en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de arrepentirse". Pues bien, tampoco sería congruente aplicar esta sabia doctrina en la política nacional y olvidarse de ella en Galicia. ¿Acaso la estabilidad es una virtud que es necesario salvaguardar en la política nacional, mientras que aquí, en la segunda división, se puede fomentar la inestabilidad sin problemas?

    Falta uno de los tres regalos que, en este caso, no procede de Madrid sino del cuartel general de los socialistas gallegos, desde el que se propagó la idea de que Feijóo era un cautivo de la ultraderecha por más que se las dé de moderno. Los resultados del domingo desmienten el cautiverio y hacen de Galicia el territorio que mejor resiste la avalancha de Vox. Los populares logran que Ciudadanos se evapore, sin que los de Abascal crucen con grandes efectivos el Rubicón de Pedrafita, lo cual establece una sustancial diferencia entre populares y socialistas: los primeros podrían y tendrían que ganar en solitario dentro de un año, mientras que los segundos necesitarían las mismas compañías que tanto desvelan a Sánchez. A Pablo Iglesias siempre le quedará Galicia.

    Periodista

    11 nov 2019 / 22:27
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