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Repetición electoral y efecto Iglesias

    COMO YA PREDIJE el día después de las elecciones de diciembre, la aritmética electoral no daba lugar a otra solución que a una repetición de las elecciones este 26 de junio. Como también predije en un artículo publicado en EL CORREO GALLEGO el pasado sábado, la repetición electoral no ha dado lugar a demasiados cambios en el panorama politico español. Aunque, y contrariamente a lo que todas las encuestas habían predicho, al Partido Popular (PP) le fue mucho mejor de lo esperado, mientras que la coalición electoral Unidos Podemos (UP) entre populistas (Podemos) y comunistas (IU) no consiguió mejorar los resultados obtenidos en diciembre de ambas formaciones por separado. Consecuentemente, el tan manido sorpasso en el ala izquierda del espectro político español no se produjo. Los socialistas (PSOE) siguen siendo el principal partido de la izquierda y, por ende, de la oposición.
    Aunque la formación de un gobierno estable sigue resultando muy complicada, Mariano Rajoy debe ser considerado el único vencedor de las pasadas elecciones. Así, mientras los otros tres principales partidos perdieron votos (UP), escaños (PSOE) o las dos cosas (Ciudadanos), el PP no sólo incrementó su apoyo electoral en 4 puntos, sino que ganó 14 escaños más que en las elecciones de diciembre. La abstención electoral (30, 2 por ciento), la cuarta más alta de la breve historia democrática española, y posiblemente también el Brexit han jugado – entre otros factores– un importante papel en la victoria de Rajoy. Mientras el Brexit puede haber asustado a algunos votantes indecisos, altos porcentajes de abstención históricamente han siempre perjudicado a los partidos de izquierda.

    1. Cambio, pero “no demasiado”. La historia puede enseñarnos lecciones importantes sobre cómo los votantes y las élites políticas se comportan en circunstancias similares. La semana pasada analizaba hasta qué punto una repetición electoral en un período de tiempo relativamente reducido (6 meses o menos) podría llegar a cambiar el panorama político de un país. La principal conclusión era que “no demasiado”.
    En concreto, el artículo mostraba como el poco tiempo transcurrido entre unas elecciones y otras, así como la continuidad en las proclamas y discursos electorales hacía prácticamente imposible que se produjesen cambios brutales en las preferencias partidistas de los votantes. Como consecuencia, se esperaba un descenso importante de los niveles de volatilidad electoral. Por las mismas razones, también se esperaba una reducción en el número de partidos, así como continuidad en la identidad de éstos. Finalmente, debido a la falta de tiempo suficiente para cambios en el comportamiento tanto de los electores como de los líderes políticos, se esperaba que el partido ganador en diciembre (esto es, el PP) repitiese victoria.
    La figura que ilustra este artículo muestra hasta qué punto se cumplieron tales predicciones. En primer lugar, tal y como ya sucedió hace casi un siglo (en 1919), el partido gobernante ganó las elecciones, incrementando tanto el número de votos como de escaños.
    En segundo lugar, no sólo se produjo una clara reducción (30 puntos) de la volatilidad electoral, sino que ésta –con un 5,5%– se ha situado en mínimos históricos. De hecho, y con las excepciones mencionadas anteriormente, el resto de fuerzas políticas (ERC, CDC, PNV, HB y CC) obtuvieron idénticos porcentajes de voto y escaños.
    Finalmente, la fragmentación electoral también se redujo considerablemente (medio punto). Por un lado, no ha habido partidos nuevos, al menos entre las fuerzas políticas con más del 0,1% de los votos. Por otro lado, la coalición entre Podemos e IU claramente contribuyó a la susodicha reducción, especialmente dado su fiasco electoral. La confluencia de Pablo Iglesias y Alberto Garzón perdió 3,2% de los votos obtenidos –por separado– a finales de diciembre, aunque el número de escaños sea el mismo, mostrando como en muchas ocasiones los efectos psicológicos del sistema electoral son más importantes que los mecánicos. El desastre electoral de UP es aún mayor si tenemos en cuenta que de haber concurrido juntos ya en diciembre, Podemos e IU habrían obtenido 85 escaños en vez de 71.
    Por último, pero no menos importante, el descenso en el nivel de fragmentación electoral fue también debido al incremento de votos (5 puntos) experimentado por los dos partidos tradicionales (PP y PSOE). Juntos lograron obtener el 56% de los votos. Sin embargo, cabe preguntarse: supone esto un retorno al bipartidismo?

    2. No es bipartidismo…es bi-pactismo. Sin perjuicio del ya mencionado incremento en el apoyo electoral a partidos tradicionales, no se puede hablar ni mucho menos de un retorno al bipartidismo de toda la vida. Lo que tendemos en España y seguiremos teniendo a partir de ahora es, tal y como predije en mayo del año pasado, multipactismo. Esto es, una lucha entre dos bloques compuestos por múltiples fuerzas políticas.
    Como ya sabemos desde el lunes, la “gran coalición” PP-PSOE es imposible. Por ello, para ser reelegido Rajoy necesitará el apoyo de al menos otras 3 fuerzas políticas (probablemente Ciudadanos, así como PNV y CC). Dado que la suma de escaños de los cuatro (175) no llega a la mayoría absoluta (actualmente en 176) necesitarán la abstención en segunda vuelta de al menos 1 diputado. Aunque se especulaba con la posibilidad que el diputado de Nueva Canarias (NC) se prestase a tal operación, el aludido no parece estar muy dispuesto.
    Resulta paradójico que, a pesar de la derrota electoral (pérdida de 5 escaños en tan solo 6 meses), Pedro Sánchez siga siendo esencial para la estabilidad gubernamental en España. Aunque, contrariamente a lo que pasó hace tan sólo 6 meses, tenga una probabilidad muy baja –casi nula– de presidir el gobierno. Requeriría del apoyo de otros tres partidos (UP, ERC, CDC) y la posible abstención del PNV.
    Sin embargo, y a pesar de lo dicho, es ciertamente difícil pensar que el PNV tome partido por unos (el PP) o por otros (PSOE) antes de las elecciones regionales de octubre las cuales, a la vista de los resultados del domingo, prometen ser especialmente competidas.

    3. Sólo hay un camino
    Por todas las razones anteriormente señaladas, parece que sólo hay un camino: un gobierno de coalición PP-Ciudadanos con la abstención del PSOE. Es, sin duda, la opción más plausible. En primer lugar, permitiría evitar una repetición electoral el próximo diciembre. En toda la historia de España sólo ha habido una triple llamada electoral en tan breve tiempo en 1920. En toda la historia de Europa lo mismo sólo ha tenido lugar 6 veces.
    En segundo lugar, permitiría la formación de un gobierno en minoría a más o menos estable (a tan solo 7 votos de la mayoría absoluta) que podría intentar recabar los apoyos necesarios de otras fuerzas políticas, no ya sólo del PSOE, sino también de PNV, CC o CDC, para proyectos de ley específicos y demás reformas legislativas necesarias. En tercer lugar, y lo que es más importante, permitiría al PSOE no sólo mantener el veto a ciertas políticas gubernamentales, sino también continuar como el principal partido de la oposición. Algo que ciertamente no parecía tener seguro en el momento del mismo cierre de las urnas el pasado domingo. De hecho, sólo después de iniciarse el recuento el PSOE vio desaparecer el fantasma del ya mencionado sorpasso.
    Es más, esta solución (PP-Ciudadanos + PSOE) resultaría extremadamente ventajosa también a largo plazo. Por un lado, permitiría al PSOE jactarse de ser la llave a la gobernabilidad del país, sin necesidad de dar un apoyo explícito al PP. Permitiría además a Pedro Sánchez exigir la cabeza de Rajoy a cambio. Evidentemente, un pequeño precio a pagar por el principal partido de la derecha a cambio de poder seguir liderando el gobierno otros 4 años. Por otro lado, evitaría la formación de cierto tipo de gobiernos, llámese “ gran coalición” PP-PSOE o “super gran coalición” PP-PSOE-Ciudadanos, que podrían avivar el fuego de un ya acerbado discurso “anticasta” por parte de ciertas formaciones políticas. De hecho, si nuestros líderes decidiesen seguir por el camino de la “cartelización” con cualquiera de estas 2 últimas opciones, podemos estar seguros que será Unidos Podemos el que, como en el caso de Grecia con Syriza, gane las próximas elecciones.
    En definitiva, 196 días después de las elecciones de diciembre del año pasado, “ la vida sigue igual”, como bien dijo Iglesias (Julio, que no Pablo).
    El autor es investigador en la Universidad de Nottingham en el Reino Unido.

    02 jul 2016 / 19:05
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