Una rural no tan feliz
Promocionada como una suerte de paraíso a modo de las Bucólicas virgilianas, abundan en los últimos tiempos informaciones que repiten machaconamente el retorno de la población al rural y que refrendarían datos como la creación en los últimos años de 150.000 puestos de trabajo, según Asaja, o el incremento en un 12 % de la población en la última década en los municipios españoles de menos de cien habitantes.
Industrias lácteas, vinos, elaborados vegetales o industrias agroalimentarias además del turismo rural se venden como los apacibles y creativos nichos de trabajo en esa Arcadia feliz donde las inclemencias meteorológicas, la ausencia de mercados o los bajos precios fijados por las distribuidoras conforman una muy distinta realidad de la del horaciano beatus Ille.
Los alcaldes de Terras de Santiago, que ayer se reu-nieron en la capital gallega a iniciativa de los sindicatos, son conocedores de lo lejos que se está de ese idílico paraíso por la precaria situación que viven los productores lácteos o agrícolas. Porque sin desmentir ese retorno al rural se oculta sin embargo que la causa, al igual que ocurriera contrario senso con la huida del rural a las ciudades en los años 60, es otra. La crisis que nos atenaza.