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Siempre Compostela

    FE, iniciación, conocimiento, intercambio… Siempre Compostela, para amarla y recibir respuesta, en piedra o en utopía, acogedora incluso ante puntuales multitudes, al amanecer o bajo la bruma presuntamente celta, Santiago sigue siendo eso y más, escuchando el cansino repiqueteo del que la acusa de ciudad pequeña, porque quien lo dice no sabe de la hondura del espíritu, que conjuga cada día tradición y vanguardia, meta de tantas cosas a la espalda de millones de peregrinos, a menudo solos y, a veces, en agosto, “ardiendo en sueños fríos”, emocionante Gerardo Diego. Tantos y tantos encuentros, inesperados o no, como el de Johán Airas y la doncella, “cuando saia la raia do sol nas ribas do Sar”.
    Para el intelectual que se precie, Compostela y su leyenda no puede ser más ingenua, sin merecer apenas controversia. Pero los explícitamente laicos también se enamoran del camino, quizá más que de su final, ahora llegando al Finisterre. Y se mezclan con sudores de fe de carbonero, ultreia, Vía Láctea y más, mucho más en el corazón de la gente, sin teologías abstrusas ni aparatosos milagros. Sin que falten enredos lastimosos, entre rateros y clérigos descuidados, Liber Sancti Jacobi mediante. Santiago es muchas cosas, también literatura, como muy bien dice Suso de Toro. De Compostela está todo dicho y todo está por decir, como cada vez que el botafumeiro inicia su vuelo de incienso y parece que nunca lo hubiera hecho, tal es el asombro de los de aquí y de los de todas partes.
    Pocos días atrás, Compostela visitó Buenos Aires, llevada por políticos, escritores y gente de esos oficios. Allí estuvo, entre otros, el alcalde de Santiago e hizo muy bien. Cada cosa tiene su aquel, que ahora no hablamos de calles y fochancas. Un mapa literario de Compostela para acercarse a la ciudad a través de la palabra, dejando testimonio e invitación en la Feria del Libro de la capital argentina. Nadie sobra, todo suma para –sobre la luz infatigable de la tradición– seguir haciendo camino, vida e ilusión.
    Pero Santiago precisa oxígeno diario, cariño y anticipación. La luna sigue bailando en la Quintana dos Mortos, que ya lo sabía Lorca y muchos canónigos de manteo y chocolate, mas la ciudad más bonita precisa apuestas continuadas por su sostenibilidad, honrando la memoria de quienes, aun vivos, tanto hicieron para llevarla hasta el reconocimiento de la Unesco.
    Catedrático de Hacienda Pública

    03 may 2016 / 22:38
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