Santiago
+15° C
Actualizado
sábado, 10 febrero 2024
18:07
h
Tu ne cede malis

El socialismo es pobreza

    SIEMPRE, en algún momento de la historia, existe un cierto número de burócratas y políticos que creen que los errores del pasado de haber estado ellos no habrían ocurrido. Como si de dioses se trataran, consideran que la economía y, por lo tanto, la vida de la población, es como una partida de ajedrez, en la que se pueden mover los peones para obtener el resultado deseado por ellos, y que creen que es el que precisa la humanidad.

    Para hacer una tortilla hay que romper algunos huevos, esa frase que se le atribuye a un jacobino como Robespierre, no viene sino a explicar de manera visual y didáctica como el socialismo y la planificación central son contrarias a la libertad de los individuos y destruyen la riqueza y los proyectos vitales de las personas que los padecen, porque el socialismo es pobreza.

    En todos los países donde se ha aplicado el recetario socialista: nacionalizaciones, planificación de la economía, control de precios... El saldo ha sido negativo. Ya saben que hay un chascarrillo que dice que un socialista ama tanto a los pobres que crea millones cada vez que coge el poder.

    Son muchos los ejemplos, como la URSS, en la que es cierto que en los primeros años se alcanzó tasas de crecimiento bastante elevadas, al movilizar recursos a los sectores que indicaban los planes quinquenales, desposeyendo a campesinos de sus tierras y a los ciudadanos de su libertad, alineándolos y obligándolos a producir de manera forzosa y en unas condiciones lamentables que, si no seguían las directrices marcadas por el régimen comunista podían acabar en Siberia o muertos, porque su vida no importaba, y es que para un socialista, el fin justifica los medios. Para muestra, vemos que el Muro de Berlín separaba una mitad próspera de otra en ruinas, y ya saben que los del este anhelaban vivir en el oeste, y no al revés. En el socialismo, las fronteras están para evitar que la gente se marche, no para prohibir la entrada de extranjeros.

    Otro ejemplo es el de Venezuela, que no es que me guste hablar de este país más que de España, sino que muchos de los que predican en economía y política en nuestro país deseaban -y todavía desean, aunque no lo digan públicamente- que se implantara el modelo chavista. Una nacionalización de los sectores "estratégicos", la impresión de moneda para garantizar la sostenibilidad del Estado a costa de los ahorros de los venezolanos y un control de precios que provoca escasez y la necesidad de crear cartillas de racionamiento. El resultado es que en a penas tres años el PIB venezolano se ha deteriorado casi un 50 % -un 15 % para este año- y la inflación habrá crecido casi en un 40.000 %. Y no, la culpa no es del precio del petróleo, sino del socialismo, porque hay economías donde el crudo tiene una mayor importancia y en la que no padecen tal tragedia, es más, los precios de esta materia prima en los últimos 2 años se han más que duplicado.

    Y después, en España, vemos como se publican informes como los de Oxfam en los que se lamenta la desigualdad, pero no hablan nada de la tragedia de los países socialistas. Porque el problema no es la riqueza y la redistribución de esta, simplemente porque, por ejemplo, en España, el 75% de la población en España se encuentra entre el 20% más rico de todo el planeta, y casi la mitad de la población entre el 10% más rico; redistribuir la riqueza en el mundo no soluciona nada: hay que hacer crecer la tarta, no repartir la poca que hay. Sólo aquellos países que han abrazado el capitalismo y el libre comercio han sido capaces de escapar de la pobreza, y es ahí donde hay que apuntar la bala: en la ausencia de riqueza, esto es, en el socialismo, porque el socialismo es pobreza.

    Economista

    04 feb 2018 / 21:32
    • Ver comentarios
    Noticia marcada para leer más tarde en Tu Correo Gallego
    Tema marcado como favorito