Todo paralizado... ¿es lo correcto?

LA SALUDes lo primero, de acuerdo. Y si hay que tomar medidas extremas para que prevalezca el bien máximo, pues se adoptan y santas pascuas. Hasta ahí, todos estamos de acuerdo, aunque también es necesario preguntarse si muchos trabajadores que han sido confinados por obligación, al considerarse sus actividades como no esenciales, podrían seguir desarrollando sus quehaceres sin peligro. Hablemos, por ejemplo, de la multitud de obras que han sido suspendidas, hasta nueva orden, en la capital gallega. Es un hecho que nada irreparable va a ocurrir porque dichas actuaciones queden paralizadas dos semanas o lo que haga falta, pero si analizamos la cuestión con un poco de detalle hay que preguntarse si todas las obras son iguales y si el riesgo de contagio afecta igual a quienes trabajan en espacios abiertos -como las que se estaban efectuando el Camino de Santiago- o en el interior de edificios. Todo indica que el peligro no es igual y que probablemente el chapucero decreto publicado el domingo podría haber afinado mucho más en aspectos como el citado para no provocar la parálisis total del sector de la construcción, entre otras parcelas que quizá se podrían haber salvado del cerrojazo. Se supone que el Gobierno ha actuado bien asesorado, pero resulta imposible que no surjan mil dudas al respecto al comprobar que los radicales de Podemos presionaron hasta el extremo para conseguir ese objetivo y poder enarbolar, de forma indecente, la bandera de los derechos laborales frente a los ladinos empresarios. Las obras dormirán tranquilas. Nosotros, ni con los sedantes más potentes.