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políticas de babel

Todos con y contra Sánchez

    YA adelantábamos el pasado sábado que, salvo sorpresa estratégica ante Felipe VI, nos encaminábamos hacia unos nuevos comicios electorales. Y así ha sido. Ni siquiera la apresurada y tardía propuesta de Albert Rivera consiguió frenar una huida hacia delante de Pedro Sánchez que la mayoría daban por sentada, especialmente teniendo en cuenta la tendencia favorable hacia el PSOE que marcan los últimos sondeos.

    Con todo, a estas alturas de la cansina película política, nadie puede augurar, sin temor a equivocarse, un resultado certero el 10 de noviembre; sobre todo si Errejón da el salto al tablero nacional, e Iglesias sigue cayendo. Y aunque las predicciones que apuntan las encuestas se terminen confirmando, es sabido que entraremos en una nueva fase de negociación muy similar a la que hemos padecido estos últimos meses.

    Hace una semana hablábamos aquí del peso de la culpa y la responsabilidad ante el nuevo fracaso político que avergüenza a España dentro y fuera de nuestras fronteras. Pero como la memoria es frágil, la información fluye veloz (pendiente de la sentencia del procés y los ERE de Andalucía), y el paso del tiempo todo lo cura, me temo que a partir de ahora serán otras las claves sobre las que forjar un criterio certero de éxito o fracaso electoral.

    Con todo, verlo así denotaría un nuevo error de perspectiva, pues de nuevo estaríamos priorizando a las formaciones políticas, frente a las necesidades del país, de la sociedad y de las familias.

    Urge llegar a un pacto de Gobierno, del tipo que fuere; ya sea a nivel programático, en forma de coalición, o asumiendo una abstención que consiga devolver la estabilidad institucional y recuperar la confianza tanto de los ciudadanos, como de nuestros socios europeos. Y nada puede ni debe ser descartable. Ni una gran coalición entre el PSOE y el PP a imagen de tantos de nuestros vecinos europeos, ni un acuerdo programático y de gobierno entre un PSOE que se quiera mostrar moderno y moderado, y un Cs que vuelva a sus orígenes progresistas y mesure sus postulados liberales.

    Quizá lo tenga peor Unidas Podemos tras haber perdido crédito por un ansia de poder mal disimulado y peor planteado. En cuanto a Vox, dudo que los de Abascal dilapiden su inercia, pues se harán más visibles en los debates, y su credibilidad se asienta en la firmeza y la coherencia de su discurso y sus acciones.

    No será fácil para Pedro Sánchez alcanzar el deseado poder. Pero si es capaz de aplacar el radicalismo de su aparato interno, y virar hacia el comedimiento y el centralismo que abandera su electorado, quizá logre el bastón de mando para unos cuatro años que, atendiendo a la fragilidad económica que ya todos los organismos vislumbran, no resultarán fáciles de afrontar sin unos amplios y equilibrados consensos que habrán de ser mucho más pragmáticos que ideológicos.

    www.josemanuelestevezsaa.com

    20 sep 2019 / 21:10
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