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EDITORIAL

Violencia machista: el monstruo sigue ahí

    PODRÍAMOS FELICITARNOS de que Galicia esté en el top tres de las autonomías con una tasa más baja de mujeres víctimas de la violencia machista, casi siete puntos inferior a la media estatal, que es de 17,1 por cada diez mil. Podríamos, sí, pero los números iluminan los rincones más oscuros de una lacra ina-ceptable y dañina para la convivencia. Provoca vergüenza y estremece que las denuncias presentadas en los juzgados gallegos en el tercer trimestre de este año se acerque a 1.800, con un crecimiento del 12,3 % y una aterradora media de veinte al día. Es muy preocupante que a pesar de las campañas de concienciación, y de las movilizaciones al calor de movimientos tan poderosos como el #MeToo, continúen aumentando las denuncias de mujeres maltratadas.

    Paralelamente, que se dicten más órdenes de protección habla bien de la concienciación de nuestros jueces ante un problema oculto durante tantas décadas. Que en Galicia hayan sido condenados prácticamente el 92 % de los enjuiciados por violencia machista no hace más que abundar en la gravedad de un cáncer social que retrata el largo y minado camino que todavía nos queda por recorrer para convivir en igualdad, respeto y tolerancia. Las casi 44.000 denuncias presentadas en toda España entre el 1 de julio y el 30 de septiembre pasados -un imperceptible descenso sobre idéntico periodo de 2017- suponen una media de cerca de quinientas víctimas diarias de violencia machista, una cifra que debería disparar las alarmas de una vez por todas.

    Vamos en la dirección correcta con el importante aumento de las condenas a maltratadores, con la implementación de medidas civiles y penales para arropar a las víctimas y con el mantenimiento del porcentaje de órdenes de protección, pero esas cuarenta mil mujeres maltratadas solo en el tercer trimestre de este año son cuarenta mil gritos que nos tienen que alertar de la exacta dimensión de una lacra tóxica para la sociedad española. El informe del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género pone negro sobre blanco la palmaria desigualdad entre hombres y mujeres, un fenómeno transversal que no entiende de edades ni de clases sociales.

    Las más de seiscientas mujeres asesinadas en España por sus parejas o exparejas, durante la última década, son solo la punta de un iceberg que esconde miles de víctimas que no se atreven a denunciar, atrapadas en un círculo de terror y silencio. Por eso, junto con la necesaria presión policial y judicial, el reto es impulsar un cambio cultural que se alimente de la educación en igualdad. Solamente así saldremos del infierno de la violencia machista.

    17 dic 2018 / 21:53
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