Tokio 2020

La niña prodigio del atletismo español ya tiene un puesto en el Olimpo

Ana Peleteiro alcanza la meta tantas veces prometida desde que con 16 años deslumbró al mundo

  • 02 ago 2021 / 00:30
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Barcelona, 12 de julio de 2012. Campeonato del Mundo júnior. Una chica aún en edad juvenil enfila el pasillo del triple salto. 13.64 metros. Primer puesto, récord nacional y mucha competición por delante. Segundo intento. Carrera, diecisiete pasos y salto. 13.96 m. Mejor marca mundial del año júnior. Lágrimas de felicidad inundan sus ojos. Toca el tercer intento. Otra carrera por el pasillo, batida... y 14.17 m. Campeona del mundo júnior y tercera española que derriba la barrera de los 14 metros. Ha nacido un prodigio. Su nombre: Ana Peleteiro.

Los focos se posaron sobre Ana, ahora convertida en medallista olímpica, con aquel oro a sus 16 años. Ella es fiel ejemplo de las penas y alegrías que acompañan a un deportista desde que emerge hasta la madurez. Lo de Barcelona se convirtió en un recuerdo y los registros no volvieron a acercarse. Cambios de entrenadores, lesiones, lágrimas... Un quiste interóseo en el calcáneo le impidió luchar por la clasificación para los Juegos de Río. Llegó la mudanza a Guadalajara y la esperanza volvió de mano de Iván Pedroso, nueve veces campeón mundial de longitud que ahora dirige su destino deportivo.

Y regresó la alegría. Casi cinco años tardaría Ana en superar aquel salto que valió 14.17 metros. Lo hizo yéndose hasta los 14.20 en el Europeo bajo techo de Belgrado 2017 para demostrar que está de vuelta. “No estoy muy satisfecha. Lo di todo en el último salto, creo que valía medalla, pero en la próxima daré más”, afirmaba Ana, quinta clasificada, dispuesta a reclamar un hueco entre los grandes.

Y ese puesto llegó. Un año más tarde conquistaba el bronce en el Mundial de Birmingham, repitiendo metal en el Europeo al aire libre de Berlín. 2019 fue el año de la consagración, colocándose la corona europea indoor en Glasgow y poniendo su firma al récord de España (14.73). En 2020 solo compitió en el Nacional de Ourense por la pandemia. Regresó en 2021, con la plata europea bajo techo como preludio al bronce olímpico.

“No puedo parar de llorar”, decía Ana nada más terminar su competición en Tokio. Pero ahora las lágrimas son de alegría. Mientras, a miles de kilómetros, sus vecinos de Ribeira, congregados ante un pantalla gigante, celebraban cada salto, sus dos nuevos récords de España y su entrada al Olimpo. I.F.

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