Guerra en el este de Europa

Volodímir Zelenski: De humorista a héroe de la nación

Cuatro años después de ser elegido, el presidente de Ucrania simboliza la resistencia del país eslavo aunque su carisma se diluye

El presidente de Ucranai, Volodímir Zelenski.

El presidente de Ucranai, Volodímir Zelenski. / EFE

Marc Marginedas

Entre los canapés de diseño, el confeti, y la pléyade de caras conocidas, lo cierto es que en aquel local de moda en Kiev a orillas del río Dnipro, nadie de los allí presentes acababa de tomarse demasiado en serio al presidente electo de Ucrania, el humorista Volodímir Zelenski, instantes después de anunciarse su aplastante victoria en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales celebradas en abril de 2019. Embriagado por la euforia al conocer que había recabado más de un 70% de los votos emitidos y se había impuesto a su rival, el presidente saliente Petró Poroshenko, en la totalidad de los oblast (regiones) ucranianas con excepción de Lviv, el flamante jefe del Estado apareció ante sus seguidores congregados para lanzar una profesión de fe en la democracia y en el relevo de la autoridad política mediante elecciones, que ya incluso antes de arrancar su mandato, levantaría ampollas en la vecina y autoritaria Rusia: "Puedo decirlo, como ciudadano ucraniano, a todos los países del espacio postsoviético: ¡todo es posible!".

Cuatro años, una guerra, decenas de miles de muertos y un país destruido separan aquellos momentos de alegría de la sombría actualidad. El humorista devenido a presidente, capaz incluso de reírse en la cara del todopoderoso jefe de Estado vecino, Vladímir Putin, llamándole "cabrón" o "gilipollas" mediante un ingenioso juego de palabras en una serie de televisión de éxito, ha atravesado momentos para todos los gustos: Del relativo desencanto en sus primeros años al frente del país, al percibir la ciudadanía su incapacidad para poner coto a la corrupción y al poder de los oligarcas, a adquirir un estatus de héroe, al negarse en redondo a abandonar Kiev en los primeros compases de la guerra y encabezar la resistencia. Sin embargo, todo lo que sube baja, y analistas como Yevhén Fedchenko, director de StopFake, una página web especializada en desinformación y ataques híbridos desde Rusia, estiman que el denominado efecto Zelenski "está remitiendo algo", a medida que la ciudadanía toma conciencia de que el apoyo de la comunidad internacional al país "no se debe únicamente gracias al presidente, sino a la voluntad de resistir de todos los ucranianos". El próximo año toca celebrar elecciones presidenciales de nuevo, aunque la guerra y la aplicación de la ley marcial podrían obligar a posponer la cita con las urnas.

Zelenski, con millones de seguidores en redes sociales como Twitter o Instagram, está siendo cuestionado en círculos periodísticos y opositores por su actuación en las semanas y meses anteriores a la guerra, en particular la falta de preparación del país, que permitió a Rusia en los primeros días de la ofensiva hacerse con el control de un significativo pedazo de territorio ucraniano en el sur del país. En un reciente artículo, Yuri Butusov, redactor de la publicación online Tsenzor.net criticaba el silencio presidencial ante la revelación de que altos cargos del Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU, por sus siglas en ucraniano) nombrados por él antes de la invasión resultaron ser agentes dobles trabajando para Rusia. "En dos semanas, el presidente Zelenski no encontró ni un minuto para comentar sobre la sensacional revelación de que todo un grupo de agentes del FSB ruso habían sido nombrados para los cargos más importantes del SBU", criticó Butusov.

Garantizado el apoyo de EEUU y la Unión Europea, con algunas excepciones individuales, la gran asignatura pendiente del mandatario ucraniano es recabar más respaldos en América Latina, donde existe mucha menos receptividad a su visión del conflicto que en Occidente, y granjearse las simpatías de China, cercano aliado de Rusia en lo formal aunque alérgica a crisis bélicas que pongan en cuestión la estabilidad económica mundial y la integridad territorial de Estado alguno. Para el primer objetivo, ha propuesto la celebración de una cumbre entre su Gobierno y los "países de América Latina". En el caso de Pekín, pretende ahondar en uno de los 12 puntos del plan de paz que hace referencia a la necesidad de respetar la integridad territorial de cada Estado, y ha expresado su disposición a reunirse con el líder chino Xi Jinping.