FRANCIA

Macron apuesta por la reindustrialización para calmar la indignación en Francia

Pese a un balance con claroscuros, el presidente francés reivindica las inversiones en industrias verdes para pasar página de la reforma de las pensiones

Emmanuel Macron.

Emmanuel Macron. / LUDOVIC MARIN / POOL

Enric Bonet

Cambiar el relato y pasar página de la reforma de las pensiones. El presidente francés, Emmanuel Macron, tiene entre ceja y ceja este objetivo. Quiere que deje de monopolizar el debate público en Francia su impopular subida de la edad mínima de jubilación de 62 a 64 años (con 43 años cotizados para recibir una pensión completa). Para ello, ha multiplicado sus esfuerzos comunicativos en los últimos días para reivindicar la "reindustrialización" verde del país vecino, pese a un balance con claroscuros en esta cuestión tan sensible en uno de los Estados europeos que sufrió una mayor desindustrialización en los últimos 40 años.

Tras una visita el viernes pasado en la fábrica de baterías eléctricas Prologium en Dunkerque (norte), el dirigente centrista ha celebrado este lunes la cumbre anual Choose France en el Palacio de Versalles. Unos 200 empresarios extranjeros han asistido a esta reunión destinada a promover la atractividad económica del país vecino, que atraviesa un momento de fuertes turbulencias sociales y políticas. La agencia de calificación Fitch rebajó a finales de abril la nota de la deuda de Francia (de AA a AA-), después de las multitudinarias protestas de los últimos meses y la gestión del Ejecutivo macronista, criticada con cierta dureza por la influyente prensa anglosajona.

Reunión con Elon Musk

Como hace desde 2018, Macron invitó a la flor y nata del empresariado mundial bajo los fastos de Versalles. Se reunió por la mañana con Elon Musk, propietario de Tesla y Space X y el máximo accionista de Twitter. También tenía previstos cara a cara con el responsable de la multinacional farmacéutica Pfizer o del gigante siderúrgico ArcelorMittal. En el marco de esta cumbre, han anunciado un total de 28 proyectos, valorados en 13.000 millones de euros y que crearán unos 8.000 puestos de trabajo en los próximos años. Representa la cifra más elevada de inversiones anunciadas en el Choose France.

Este acto, sin embargo, tiene una dimensión comunicativa evidente. Muchos de estos proyectos ya se habían acordado en los últimos meses y se anunciaron ahora todos juntos para darles un mayor empaque. De hecho, Macron da una gran relevancia a las inversiones extranjeras para justificar sus políticas económicas de la oferta, como las disminuciones de impuestos en más de 50.000 millones para las empresas y unas subvenciones y ayudas públicas para los grupos privados de 160.000 millones en 2019, según un estudio de la Universidad de Lille, publicado a finales del año pasado.

Según el dirigente centrista, la "atractividad" de su país se debe a la perseverancia en sus reformas neoliberales, criticadas por una parte considerable de la opinión pública gala y que nutren la indignación en la calle. "Hemos hecho unas reformas claras, audaces y sobre todo las mantenemos a pesar de la crisis de los chalecos amarillos, la guerra, la inflación y las protestas. Hay una constancia total de las políticas macroeconómicas", defendía este lunes Macron en una entrevista para el diario liberal L’Opinion

Balance con claroscuros en materia industrial

Pese a los esfuerzos comunicativos del Ejecutivo para reivindicar sus resultados en la "reindustrialización" de Francia —este martes presentará una ley sobre la industria verde en el Consejo de Ministros—, su balance en esta materia no resulta para nada excepcional. Está lleno de claroscuros.

Según un estudio reciente del gabinete Key sobre la atractividad económica, Francia fue en 2022 —y por cuarto año consecutivo— el país europeo que atrajo un mayor número de inversiones extranjeras. El 40% de ellas se concentraron en proyectos industriales. A pesar de ello, estas inversiones conllevaron una creación de puestos de trabajo bastante inferior en comparación con los países de su entorno. Según este mismo estudio, cada uno de estos proyectos extranjeros permitió crear de media 33 nuevos puestos de trabajo, mientras en Alemania fueron 58, en Reino Unido 59 y hasta 326 en España. En total, el número de puestos de trabajo creados por inversiones extranjeras en el país vecino bajó un 15% entre 2021 y 2022.

Desde 1974, Francia ha perdido hasta 2,26 millones de empleos industriales. El sector secundario apenas representa un 17,5% del total del PIB galo, un porcentaje inferior al cerca del 30% en Alemania o el 20% de España. Pese a los esfuerzos del gobierno de Macron para cambiar esta situación, aplicando unas políticas parecidas a las de sus predecesores François Hollande y Nicolas Sarkozy, le está costando invertir esta tendencia. 

La producción manufacturera francesa es actualmente un 0,3% inferior en comparación con su nivel de marzo de 2015. El peso de la industria manufacturera respecto al PIB ha bajado del 13,74% en el primer trimestre de 2017 —justo antes de la llegada al poder de Macron— al 12,74% actual, según datos del INSEE. En cambio, el número de empleados a tiempo completo en el sector industrial sí que aumentó en unos 94.000 en los últimos seis años. Unos brotes verdes, pero de talla más bien diminuta. Y que no compensan más de cuatro décadas de desindustrialización.