Conflicto social

El Gobierno francés retoma de manera incipiente el diálogo con los sindicatos

El Gobierno francés retoma de manera incipiente el diálogo con los sindicatos.

El Gobierno francés retoma de manera incipiente el diálogo con los sindicatos.

Enric Bonet

El Gobierno francés ha reanudado esta semana de manera incipiente el diálogo con los sindicatos. Una toma de contacto marcada por la desconfianza y los resentimientos generados por la oleada de multitudinarias protestas sindicales en lo que llevamos de año que no logró frenar, ni moldear, la impopular reforma de las pensiones. La primera ministra Élisabeth Borne se reunió el martes y este miércoles con los líderes de los principales sindicatos en Francia.

El Ejecutivo de Emmanuel Macron solo se había reunido una vez con los responsables de las organizaciones de trabajadores a lo largo del intenso pulso por la subida de la edad mínima de jubilación de 62 a 64 años (con 43 años cotizados para recibir una pensión completa). Fue el 5 de abril y ese encuentro resultó un “fracaso”. Duró menos de una hora. Esta vez se trata de una toma de contacto más seria. Borne recibe de manera individual a cada uno de los responsables sindicales en una agenda. En estas reuniones no hay una agenda de temas fijados.

¿Lograrán pasar página del pulso por las pensiones?

Todos los dirigentes sindicales han expresado a Borne su oposición a la reforma de las pensiones y le han pedido que la retire. Una petición que cuenta con muy pocas posibilidades de ser escuchada. La medida ya fue promulgada a mediados de abril y entrará en vigor de manera progresiva a partir de septiembre. Los opositores al texto se agarran, sin embargo, a una proposición de ley de la oposición —su votación está prevista para el 8 de junio— para derogar la subida de la edad legal de jubilación a los 64 años. Han convocado una nueva jornada de huelgas y protestas en todo el país para el 6 de junio.

No obstante, el Gobierno afronta esta ronda de reuniones con la esperanza de pasar página de la reforma de las pensiones. Un objetivo difícil de conseguir. Esta contestada medida no solo monopoliza el debate público en Francia desde principios de año, sino que también abocó la popularidad de Macron a sus niveles más bajos desde la revuelta de los chalecos amarillos. De hecho, los dirigentes sindicales quieren hacer valer la demostración de fuerza de los últimos meses —las más multitudinarias del siglo XXI en el bullicioso país vecino— para pesar más en las decisiones del Ejecutivo centrista, aunque el presidente ya les ha recordado en múltiples ocasiones que no desea modificar sus políticas económicas ancladas en la derecha.

”No podemos seguir como hasta ahora”

“No nos conformaremos con medias medidas”, advirtió el secretario general de la CFDT —el sindicato con un mayor número de afiliados en Francia—, Laurent Berger. “Hemos hablado de nuestras reivindicaciones”, básicamente sobre los salarios. “Pero no aceptaremos un calendario” de negociaciones sobre otra cuestión que no sea las pensiones, sostuvo el responsable de Force Ouvrière, Frédéric Souillot, quien ha pedido que se deje “un verdadero margen de maniobra a los actores sociales”. 

Aún más contundente se mostró la secretaria general de la CGT, Sophie Binet: “Le diré que el país no volverá a la normalidad si no retiran la reforma de las pensiones”. “Las cosas no pueden seguir como hasta ahora. (…) Se ha terminado esa época en que solo podíamos negociar las comas a partir de textos del Gobierno o la patronal”, añadió la responsable del segundo sindicato del país vecino.

Los responsables sindicales advirtieron, además, de las consecuencias negativas de que los partidos afines a Macron bloqueen el debate parlamentario sobre la proposición de ley para derogar la subida de la edad mínima de jubilación. Ante la posibilidad de que una mayoría de diputados apoyen esa medida, la coalición presidencial contempla impedir que se debata en la Asamblea Nacional por motivos presupuestarios. Una decisión que obstaculizaría aún más el frágil diálogo con los sindicatos.