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VIDAS EJEMPLARES. Hace cuatro décadas y media José Antonio Rivera regresó de la emigración para abrir en Padrón un restaurante referente // Cela, Umbral o Laxeiro eran clientes habituales y los reyes eméritos quisieron que les cocinara TEXTO José A. Pérez

45 años impartiendo clases magistrales de gastronomía

Un día de San José, el 19 de marzo de 1976, abría sus puertas en Padrón un restaurante que era el proyecto de un muchacho que, a pesar de contar sólo con 26 años, se lanzaba al reto de, volteando el símil, dar de comer al mundo renunciando a comérselo él tras su paso por algunas de las mejores cocinas de Londres en los 10 años (menos el tiempo de mili) que pasó en la emigración. El protagonista se llama José Antonio Rivera Casal, aunque todo el mundo le conoce como el Chef y el restaurante unía ese apodo con el apellido: Chef Rivera.

Aquel primer día fue un éxito y este fin de semana, tras levantarse algunas restricciones, volvieron a llenarse los comedores. “Traballei como facía moito tempo que non o facía”, comentaba a última hora del viernes tras haber sacado tiempo para telefonear a un amigo felicitándole en el día de su santo. Así es este restaurador padronés que traslada a su vida privada el celo profesional.

El Chef Rivera era en sus inicios un local pequeño, coqueto y británico, con las paredes de madera y una decoración muy cuidada en la que se notaba el mimo de Pierrete Armero, la mujer y compañera de fatigas del chef. Una francesa ahora gallega de gusto exquisito que desde el primer momento trató todos los detalles con mimo para convertir un restaurante en un lugar acogedor, algo que no se estilaba en la década de los 70 en nuestro país.

José Antonio dio sus primeros pasos en The Basil Street Hotel, en Knightsbridge, donde subió todos los escalones desde simple lavaplatos o pela patatas hasta ayudante. Con su agudeza y profesionalidad, a pesar de sus pocos años, no tardó en recibir interesantes ofertas de locales tan acreditados como el Wellingthon Club o el Bellfree Club, ya con la categoría de primer salsero, un puesto de especial relevancia en los restaurantes ingleses. Le faltaba dar el salto, y ese fue hacia la cocina francesa, primero en el Chef Noelle y el Coq au Vin y, ya como jefe de cocina, en el Petit Savoyard y el Pied de Cochon, tanto en la capital londinense como en París. Inquieto como pocos, el chef pasa por el Nikitas, comida rusa en Fulham, toca la italiana en la cadena Ginos y aterriza en el Golden Duck, siempre dispuesto a emprender nuevos caminos.

Diez años intensos con buenos sueldos y una preparación gastronómica entre números uno. El dilema era seguir volando por el mundo o regresar al nido, volver a Padrón para ser profeta en su tierra. En 1973 la pareja formada por José Antonio y Pierrette tenía ahorrado medio millón de pesetas con el que compraron (algo sobró) el terreno donde se levantó el Chef Rivera. Apalabró edificar un edificio con bajo y tres plantas con un presupuesto de algo menos de dos millones de pesetas. Había que volver a Londres para reunir el dinero. Y eso hizo la pareja con la intención de regresar pronto.

Pero no mucho. El 19 de marzo de 1975, hace cuatro décadas y media, el sueño se hizo realidad y el restaurante Chef Rivera abría sus puertas en medio de una expectación. No defraudó aunque, como buen profesional que es, supo ir adaptando su carta, demasiado sofisticada en aquellos tiempos, a las demandas de sus clientes. Siempre sin renunciar a rape Rivera, santo y seña de la casa.

A partir de ahí su carrera en el mundo de la gastronomía fue fulgurante. Camilo José Cela, Francisco Umbral, José Otero Abelenda, Laxeiro, Pepe Domingo Castaño, Quintana Martelo, Alfonso Sucasas, Carlos Oroza... Un montón de gente conocida empezó a desfilar por sus comedores, convertidos en templos. Incluso los reyes eméritos Juan Carlos I y Sofía quisieron que les cocinara tras una íntima velada que Elena de Borbón compartió allí con Luis Astolfi.

Recibe José Antonio Rivera invitaciones para acudir a cocinar, como chef invitado, a restaurantes de medio mundo y no duda en compartir sus secretos en encuentros gastronómicos de toda índole. Incluso la cofradía gallega del Slow Food le lanza el guante de que cada 28 de diciembre prepare un menú basado en las recetas de Álvaro Cunqueiro para los gallegos amantes del buen comer. Una iniciativa que llevaba tres décadas y que sólo se interrumpió en 2020 por culpa del COVID.

José Antonio y Pierrette, 45 años después, siguen manteniendo el mismo ánimo perfeccionista y espíritu innovador con la certeza de que el futuro está asegurado. Alejandro Rivera Armero esta suficientemente preparado para tomar el relevo... bajo la atenta mirada de sus padres.

20 mar 2021 / 21:20
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