Capitán Botas, un marinero de la séptima

JUAN CARLOS FUENTES IGLESIAS más conocido por Capitán Botas apareció un día por el pantalán de la séptima en Porto do Son para alegrarnos a todos la vida. Su vitalidad natural era contagiosa; su burlonería era magnífica, su amistad, infinita y leal. El Botas fue uno de esos pescadores deportivos que tanto hacen por la afición a la pesca en el mar: a su declarada pasión por levantar sargos y fanecas na comarca do Son, le unía otra, la de hacer amigos de verdad, la de unir voluntades y entusiasmos.

Así lo recordaremos, abrazándose a su gran amigo Andrés, el primo, otro gran marinero de la séptima. Tanto se querían y admiraban que eran capaces de estar enfadados y sin hablarse meses. La amistad tiene estos caprichos.

Así lo recordaremos, aprendiendo en sus conversaciones con Quim o Millones, marineros de toda la vida, con la tripulación del Barquiña, cogiendo apuntes, o con su entrañable compañero de fatigas marineras, Manolo el de la Lios. Su primera lanchita no podía llamarse de otra manera: La Baroña. En ella disfrutó momentos inolvidables con su compañera y esposa Fina.

Entusiasta y emprendedor fue una de las personas más activas en la fundación del Náutico local, del que fue primer tesorero. Y son más que sonadas y aplaudidas sus locuciones en las cenas del club que se celebraban para culminar esas jornadas de pesca deportiva anual. De verbo fácil, daba gusto oírlo, sonriente, dicharachero, socarrón...

Lo echaremos de menos, al igual que al Primo o al mismísimo Dositeo, amante de la pesca deportiva y persona entrañable.

Y te recordaremos siempre Juan Carlos. Nos has dado una lección de dignidad con tu comportamiento ante lo inevitable.