Outes concentra patrimonio, historia y paisaje en sus tierras

Los tiempos pandémicos que vivimos son perfectos para redescubrir esa naturaleza que debido al coronavirus se convierte en la mejor aliada para la distancia social y las salidas en familia. Una manera segura de disfrutar del tiempo libre en la comunidad gallega que permite visionar paisajes de vértigo.

Uno de los lugares que rápidamente se sitúa en el mapa es Outes. La administración local acaba de mejorar, en colaboración con la Xunta de Galicia, la señalización de dos rutas que transcurren por la zona, a través de las cuales los amantes del senderismo podrán descubrir el rico patrimonio histórico y natural de este ayuntamiento.

Desde la parroquia outiense de O Freixo se puede iniciar uno de los recorridos hasta el monte Tremuzo. Un itinerario circular de 26,8 kilómetros y dificultad moderada que, en la subida, discurre por la iglesia de San Xoán de Sabardes, la fuente milagrosa y las ruínas de la capilla de San Bieito y los petroglifos de Fontemoureira. Ya en la cima, donde hay un punto geodésico y a 514 metros sobre el nivel del mar, los visitantes pueden contemplar una espectacular vista de la ría de Muros-Noia.

El descenso transcurre por senderos entre bosques, por Outón hasta Cruceiro de Roo, hasta llegar a Punta Langaño, donde comienza el tramo litoral de la caminata. Tras alcanzar el área recreativa de O Requeixo, continuará la ruta por la costa hasta la playa de Broña, para volver al punto de inicio observando los restos de los antiguos talleres de carpintería de ribera (reconocidos como BIC) en un entorno único. Conviene destacar que la construcción de embarcaciones fue una actividad muy importante en el pasado de esta localidad, por ello se diseñó el itinerario conocido como Os Carpinteiros cos Pés Mollados, un nombre que se le otorgó a raíz del título de la obra del escritor Santiago Llovo, O Freixo de Sabardés: a terra dos carpinteiros cos pés mollados.

Este sendero es una buena opción para sumergirse en la historia de sus astilleros, el cual forma parte de la experiencia Vivir o marisqueo, impulsada en 2019 por el Concello para dar a conocer la actividad que los profesionales del mar desenvuelven artesanalmente desde hace siglos en esta franja de la ría.

Otra de las rutas que se ha puesto a punto recientemente parte de una de las joyas arquitectónicas de la localidad: el puente medieval de Pontenafonso (del siglo XIV), que se encuentra en un entorno natural de gran valor, tanto paisajístico como ecológico. En este caso, el recorrido también es circular y de dificultad moderada, pero de 18,5 km.

Se trata de un trazado vinculado al Tambre que atraviesa el río Donas por la Ponte dos Arados, hasta llegar a la aldea de Cando. Aquí comienza el ascenso hasta el mirador del monte Castelo (a 416 m de altura), en el que los senderistas tendrán la oportunidad de fotografiar una de las mejores vistas del tramo final y de la desembocadura del Tambre y de la ría de Muros y Noia. Además, la visita a Pedra Serpal se hace imprescindible. Ubicada en el monte de San Xoán, se trata de una enorme roca de granito con forma de aleta de tiburón y múltiples vías de escalada.

Después la bajada les conducirá al sendero del Tambre para conocer la central hidroeléctrica. Desde allí el caminante volverá sobre sus pasos para alcanzar un cruce y acceder al Pazo do Tambre y, posteriormente, al templo de San Tirso.

Una amplia oferta de productos turísticos en los que la historia y los recursos de Outes se convierten en los grandes protagonistas.