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TRAYECTORIA. A los tres años ya leía y escribía con soltura // Fue monaguillo antes que trotamundos // Tradujo, introdujo y editó 50 obras clave // A sus 84 años, Luis Blanco Vila se asoma antes que el sol para trabajar // En ‘La caza del cordero’ evoca la historia que nunca le contó su padre TEXTO S. Souto

Periodismo, docencia, literatura... y Boiro

Amanece en Boiro. Son las siete. Pero Luis Blanco Vila ya lleva una hora apoyado en su bastón, a lo suyo. Charlar con él es adentrarse en un sendero repleto de intersecciones. Pero conviene salirse en cada rotonda para conocer la apasionante vida de este incansable trotamundos que fue monaguillo (entre los 7 y los 11 años, en la iglesia de Santa Baia) antes que periodista, profesor universitario, escritor, asesor político...

Nació en el Currillo, al lado mismo de la vieja Tenencia, donde se recogían los impuestos para los reyes de Castilla. “La Guerra Civil llevaba cinco meses tronando; los voluntarios de 17 años, mi padrino Alfonso entre ellos, se fueron con el coronel Camilo Alonso Vega, atravesaron Castilla y se batieron en el frente de Teruel. No pudo venir a bautizarme hasta diciembre”, recuerda.

“Mi maestra y jefa de la sección femenina de Falange (masculinos quedaban apenas media docena de guardianes de las esencias), Antonia Pereira, aseguraba que yo leía y escribía cuando apenas había cumplido los tres años. Pero lo cierto es que mi padre bajó a la puerta de la cocina el interruptor de la luz y me impedía leer más de un cuarto de hora. Cuando me hicieron monaguillo, me llevaba los cabos de vela desechados... y aún no sé cómo no provoqué un incendio”, señala.

En 1948 se traslada a Castro Urdiales, para estudiar en el Colegio Barquín, hoy Instituto de Enseñanza Media. “Y así durante diez años: Balmaseda, Aranda de Duero, Sigüenza, Ciudad Real, Santo Domingo de la Calzada, regresando al Camino Francés del Apóstol”, dice.

No tardó en cultivar su pasión por la literatura. Al margen de algunos trabajos literario-políticos en revistas de Colegios Mayores, como Tres escritores políticos del Siglo de Oro: Quevedo, Gracián y Saavedra Fajardo, en 1957, comenzó su travesía periodística en 1958 colaborando con el mítico diario compostelano La Noche, que dirigía Borobó, y continúa haciéndolo hoy con EL CORREO GALLEGO desde su origen.

Ingresó primero en la Facultad de Filosofía y Letras (es doctor en Filología Románica) y después en la Escuela de Periodismo de la Iglesia, donde conoció a Aquilino Morcillo, “un profesor brillante” que, al rematar la carrera, le invitó a trabajar en el diario Ya, que él dirigía.

Fue corresponsal de París, vivió dos años en Roma y dirigió en A Coruña El Ideal Gallego. Dio clases como profesor ayudante en la Complutense, hasta que el CEU-San Pablo requirió sus servicios. Autor de la tesis La crisis de las ideas en el Fin-de-Siglo. Espíritu y cultura al hilo de la obra de Eugenio d’Ors, ganó en las oposiciones la cátedra de Teoría de la Literatura Universal Contemporánea y Comparada, de la que se jubiló un año antes de lo habitual.

“Desde que vivo en Galicia, en Boiro, no compito con nadie: hay demasiados escritores (no es una queja, todo lo contrario). No formo grupo con nadie. Desgraciadamente, hay demasiados núcleos organizados, razón por la cual renuncié a formar parte de ningún jurado”, comenta.

En su biblioteca hay más de cien libros de su autoría. Entre ellos, la novela que ganó el premio Café Gijón de 1975 (Dos días antes), en dura competencia con la del famoso dramaturgo Alfonso Paso. Con Diálogo con las sombras ganó el premio Felipe Trigo. Ha traducido, introducido y editado cincuenta obras literarias de la Historia, desde el mesopotámico Código de Hammurabi a la Anábasis del Nobel Saint-John Perse para una colección del Colegio de Abogados de Madrid, por la que recibió el premio Herrera Oria. De tomo y lomo son Literatura y Existencia (estudio metodológico de Literatura Contemporánea y Comparada) y Madrid al Paso. Su obra Memorias de un gato tonto, con 20 ediciones, fue finalista del Premio EDEBË.

Blanco Vila fue asesor político del presidente Adolfo Suárez y de su vicepresidente, Alfonso Osorio. Fue miembro del Consejo Superior del Ministerio de Asuntos Exteriores. E incluso cedió al empeño de Manuel Fraga para que aceptase ser candidato del PP a la alcaldía de Boiro. Su foto llegó a ilustrar el cartel, pero se retiró a los pocos días. “Panfletos, amenazas... No me gustaba nada el ambiente”, explica al respecto.

Hoy, a sus 84 años, sigue a lo suyo. Y lo suyo es, sobre todo, escribir. Su última creación es La caza del cordero: novela sin remedio. En ella evoca la historia que nunca le contó su padre y que descubrió investigando. “Mi padre era el único taxista que había entonces en Boiro. Entre febrero y julio de 1936, falangistas y miembros del Frente Popular le sacaban sistemáticamente por las noches para que les llevase a apalear. Ante él mataron a gente a tiros en la nuca. Aguantó lo que pudo. Sufrió parkinson y alzhéimer. Murió a los 60”, dice.

A Blanco Vila le rodean su mujer, sus cinco hijos y sus cónyuges y sus 10 nietos. Con su familia y su trayectoria, ¿quién pediría más? “¿Quién se atreve a pedir más”, matiza él.

12 may 2021 / 01:00
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