“Se dura máis dunha semana, pecha o 50 % da hostalería no Milladoiro”

La sensación entre el sector hostelero en la mayor urbe de Ames era ayer de franco desánimo aderezado con el estupor que han provocado las nuevas medidas para evitar reuniones. Y lo resumía con una frase Manolo, responsable de la cafetería Jisma: “Como isto dure máis dunha semana, pecha o 50 por cento da hostalería do Milladoiro”, auguraba ante la que se les viene encima a partir de la jornada de hoy.

Y es que, precisamente, el de las cafeterías va a ser uno de los sectores más afectados, ya que verán limitada su ocupación a la mitad de las terrazas y a vender comida para llevar. En el caso del Jisma, y en el resto de los locales consultados, reproducen como una de sus principales quejas la falta de información. Manolo explica que “non temos nin idea de se isto vai durar unha semana ou dúas”, asegurando que ha echado mano “dos xornais e do móbil” para intentar dilucidar las nuevas condiciones, que se añaden a la debacle que a su juicio comenzó tras la imposibilidad de consumir en la barra. “Temos catro empregados e somos dous socios, e non sei como imos facer”.

No muy lejos, en el café bar Gallaecia de la rúa da Cruxa, su propietario Suso ya adelantaba la posibilidad de mandar a los ocho empleados que tiene a un ERTE, “e terá que atender o dono”. Recabó los datos de las restricciones a través del DOG, y como en todos los demás locales, echa de menos una información más precisa y detallada para facilitarles la adaptación. “Sen barra apenas íamos facendo, pero se impiden servir no interior, só nos queda a terraza”, señalaba en pleno aguacero.

Su pronóstico es que la situación puede prolongarse “ata despois de Reis”, y critica que no se sepan de forma regular y fiable “os afectados que poidamos ter no Milladoiro e se hai noutros sitios de Ames... porque a pregunta é que vai pasar se a xente de aquí decide ir comer a Bertamiráns, por exemplo”.

La desinformación alcanzaba, igualmente, a los restaurantes especializados en servir menú del día, como el bar Polígono de Novo Milladoiro. Su dueño, Ángel, veía factible abrir para dar comidas, “porque aínda que teño dúbidas, na asesoría dixeron que si podiamos”. De cualquer modo, tendrá que afrontar las limitaciones del gremio en la localidad y en Santiago: es decir, que no se podrán sentar en una mesa varios comensales a menos que sean convivientes y no superen los cinco individuos, lo que evidentemente va a recortar el espacio a disposición de la clientela con una terraza ya mermada a la mitad.

“En principio seguiremos, posiblemente eu e máis a miña muller sen as nosas dúas empregadas”, finalizaba. A su lado, uno de sus clientes, Guillermo, degustaba un plato de sopa adelantando que “se temos que cambiar de concello para comer, penso que xa non compensa traballar.”