{ BUENOS DÍAS Y BUENA SUERTE }

Visión del futuro (aproximadamente)

José Miguel Giráldez

José Miguel Giráldez

HACEMOS ejercicios mentales sobre cómo será el futuro, una vez que hemos comprobado que no será mañana. Nuestra generación creyó que lo alcanzaría. Fabulamos con ello. Después de Hiroshima y Nagasaki pensamos que las guerras dejarían de existir: ya sabíamos que eran un horror, pero aquello nos enseñó un horror no conocido. Pensamos que, como razonables humanos, iríamos desechando todo lo que no podría tener un lugar en el futuro: lo que nos daña, lo que nos hace infelices. Y hoy, tanto tiempo después, descubrimos que ese daño, ese miedo, sigue intacto. No desearlo no ha bastado para hacerlo desaparecer. Persiste, como un oscuro animal agazapado.

Mientras imaginamos el futuro como un campo verde, un cielo azul, un espacio de felicidad, porque qué menos se le va a pedir al futuro, tantas veces deseado, tantas veces prometido, la realidad se encarga de negarnos esa visión ideal, esa construcción literaria. ¿Creías que el futuro estaba cerca? ¿Pensabas que habías nacido en una generación afortunada, escogida por los dioses, que vería al fin el gran salto? Ahora sabemos que el futuro no será mañana. Tal vez estamos descubriendo que el verdadero futuro siempre se aleja.

Hay algo, sin embargo, que nos hace experimentar la sensación de un gran cambio. Frente a las amenazas climáticas, frente a la resistencia de nuestros lados más grises, que no juzgábamos compatibles con esa idea de futuro, el avance tecnológico nos hace guiños desde algún lugar del horizonte. Lo que nos espera es un desastre por el abuso y la sobreexplotación de la Tierra, lo que incluye una lucha desgarrada por sobrevivir, por conseguir agua, un regreso a la Prehistoria en medio de los rascacielos, o bien la salvación a manos de lo más parecido a un dios contemporáneo, el dios tecnológico, que también podría ignorarnos, incluso eliminarnos por inservibles y molestos.

La fulgurante tecnología brilla ahora como un objeto extraño y muy seductor, algo que sin duda queremos poseer, algo que puede ofrecernos lo más parecido a aquella idea que teníamos sobre el futuro, pero que al tiempo nos causa temor, como todo lo que viene rodeado de un aura divina. ¿Cuál es el precio de esa futura felicidad tecnológica? ¿Qué tendremos que entregar de nuestra esencia humana a cambio? ¿Habrá una batalla por volver atrás, una vez que le hayamos entregado el gobierno del mundo, que hayamos dejado en sus manos, en sus circuitos, todo aquello que al parecer no hacemos bien?

Ahora que la inteligencia artificial nos acerca a ese salto cualitativo en nuestras vidas (algo así como dejar el diseño del futuro a cargo de quien juzgamos que se equivocará menos que nosotros: la máquina), el ser humano se pregunta si podrá dedicarse sólo al ocio, a las pasiones, a la belleza… o si también será sustituido en esos campos. ¿Seremos capaces de hacernos prescindibles? Hace varias semanas que no dejamos de hablar del ChatGPT. Mis hijos juguetean con su supuesta sabiduría casi infinita. Yo mismo lo hago. Sólo es una pequeña criatura en el albor de algo mucho más grande, pero la frecuentamos como a una nueva mascota. La adoración se asemeja a la que tuvimos antes por otros objetos que parecían llegarnos del futuro. Pero toda adoración implica miedo y temor a un poder superior.

Tuve una visión del futuro: el mundo dependía de las inteligencias artificiales, que solucionaban conflictos, parían novelas y nuevos cócteles en los bares, te presentaban a tu pareja ideal, aunque estuviera en Nueva Zelanda, lo que había acabado con First Dates, pero todo eso, de pronto, se había convertido en una vida rutinaria y de segunda clase. Había otra, más cara y reservada, que aún contenía la participación humana. Gente que podía permitirse lujos increíbles, selectos, donde el porcentaje de lo humano excedía con mucho la decisión de los autómatas. Me preocupé porque eso anunciaba un futuro injusto y desigual, como es el presente y como fue el pasado. Espero equivocarme. Pero qué diablos: eso no va a pasar mañana.