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Una fuente de agua viva

Una fuente de agua viva

Una fuente de agua viva / José Fernández Lago

José Fernández Lago

José Fernández Lago

Si a la gente que pasa necesidad de todo, le preguntamos qué es lo que más echa de menos, nos dirá que no pueden vivir sin agua. Esa era la razón fundamental por la que los pueblos antiguos se construían alrededor de una fuente. En el pasado, cuando querían invadir un pueblo, intentaban envenenar las cisternas de agua, por lo que el pueblo en cuestión tenía que capitular. Así pues, aunque en Occidente no suela faltar el agua, en los sitios en los que escasea saben muy bien lo importante que es.

La 1ª lectura de la Misa de hoy muestra las quejas del pueblo de Israel salido de Egipto contra Moisés, por la falta de agua. El Señor le dice a Moisés que golpee con su cayado una peña. Moisés lo hace así y obtienen agua para beber. A aquel lugar le ponen el nombre de Massá y Meribah, en alusión a la reyerta de los hijos de Israel por la necesidad que tenían de agua para beber. El Salmo que sigue a esta lectura, es una llamada a no endurecer el corazón como hicieron los israelitas en Massá y Meribah.

El Evangelio según San Juan nos muestra a Jesús en Sicar, junto al pozo que Jacob les dejó a los samaritanos. Se acerca a una mujer y le pide de beber, cosa que ella no entiende, porque samaritanos y judíos no se tratan entre ellos. Jesús le dice a ella que le puede dar agua viva, que salta hasta la vida eterna. La mujer comprende que Jesús es un profeta, porque le descubrió toda su vida… Entonces ella va a su pueblo y les cuenta a todos que Jesús puede ser el Mesías que ellos esperaban. Muchos samaritanos creyeron en él, y llegaron a la conclusión de que era el Salvador del mundo.

San Pablo les habla a los Romanos de la paz que han alcanzado merced al Señor Jesucristo, como fruto del amor del Padre, que se volcó a su favor cuando ellos eran pecadores. De esto se glorían, en la esperanza de la gloria de los hijos de Dios. Esta esperanza no defrauda, pues el amor de Dios reside en sus corazones, por el Espíritu Santo que se les ha dado.