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¿Estamos tontos o qué?

Xaime Barreiro Gil

Xaime Barreiro Gil

VAMOS A VER SI NOS ENTENDEMOS: las instituciones de caracter político están para hacer política, ¿o no? Bueno, pues sabido esto, ¿a cuento de qué viene que unos políticos echen en cara a otros la utilización politica de las instituciones, eso, políticas, que, con legitimidad representativa, ostentan?

La duda me entra al leer que el señor Rueda advierta de cuanto le disgustaría que la Delegación del Gobierno central en Galicia pueda ser utilizada, por el renacido Besteiro, con intencionalidad política. ¿Cual podría ser, si no, la intencionalidad de su uso? El mismo que, sin duda, hace el señor Rueda de la Xunta de Galicia. ¿O no? Para eso están los dos.

El señor Rueda puede preocuparse de que el buen uso que se le pueda dar a la representación gubernamental resulte más eficaz que la que él mismo realice desde el Gobierno autonómico que preside. La simple manifestación de su prevención, entonces, ya solo puede venir de que, apenado, tema no lograr él ese hipotético buen hacer de Besteiro. Pero a ese temor no se responde con una torticera prevención. Lo que tiene que hacer el señor Rueda es espabilar, aunque tenga que esforzarse.

Otra denuncia del mismo tipo, aunque me temo que todavía más tonta, es la que hace una tal Belarra, a la sazón miembro del actual Gobierno de España, al advertir de que no debe usarse la rueda de prensa posterior a cada uno de sus Consejos de Ministros con intencionalidad “política y electoralista”.

Esa señora, que otra cosa no hará pero sí la de remarcar la intencionalidad “política y electoralista” de cada uno de sus actos, llegando incluso a pervertir la obligada reserva de los tales Consejos de Ministros, con el ánimo exlusico de marcar diferencias “políticas y electoralistas” entre el PSOE y Podemos, así, en términos partidistas más que gubernamentales, ¿es tonta o cínica? Puede que sea las dos cosas.

Vean, pues, cuan verdad es que los extremos se tocan: desde el PP y desde Podemos, el mismo día, además, se puede decir la misma tontería sin sonrrojo. No me extraña que el personal se manifieste desconcertado, porque así no hay quien se entienda. Si los políticos se piden a sí mismos no hacer política, entonces, ¿para qué los queremos?

Y ya puestos a hacer preguntas, ¿manifestaciones del tipo de estas que digo del señor Rueda y de la señora Belarra son tontería o hipocresía? Aunque quizá no valga la pena esta pregunta porque, al fin y al cabo, las dos son igual de dañinas. ¡Que cruz!