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Julio Sanjurjo y Fidel Goas

José Manuel García Iglesias

José Manuel García Iglesias

ESTA PRIMAVERA A Coruña es un magnífico referente de las exposiciones temporales relativas al mundo del Arte. Ahí está Picasso blanco en el recuerdo azul. Dibujando el futuro, en el Museo de Bellas Artes. También, Steven Meisel 1993, promovida por la Fundación MOP, en el área portuaria; y las dos que presenta Afundación en su sede: Sueño de Navegantes, con una gran propuesta de Arte Cubano Contemporáneo, e Imaxinaria, Muestra Internacional de Ilustración Contemporánea.

Pero hay algo más: la oferta que aportan las galerías de arte. Es el caso de Xerión, en la Avenida de Rubine, 17, en la que, en estos días, comparten su espacio Julio Sanjurjo, en su condición de pintor, y Fidel Goas, con sus esculturas. Merece la pena hacer el recorrido por las salas de esta condición para ver el día a día de nuestros artistas.

Julio Sanjurjo (A Coruña 1957) nos muestra, en este caso, en formatos bien diferentes, sus modos de aproximarse al paisaje. Porque, si es verdad que hay aspectos que, conformando su estilo, son comunes a todos ellos, también es cierto que, en su quehacer, se observa la búsqueda de soluciones diversas. Son los suyos acercamientos a una naturaleza encantada o, si se quiere, mágica, concebidos con colores que bien surgieron de querencias fauvistas adaptadas al ser propio de Galicia, con sus pinos erguidos, tantas veces, en un primer plano, ordenando un cuadro cualquiera entre una explosión cromática que no deja a nadie indiferente. Desde la planitud natural de la pintura, Sanjurjo recorre un camino que le lleva a trabajar, en ocasiones, aquello que nos presenta en diferentes planos, con un sentido de lo tridimensional propio de un escultor, oficio que está en su formación primera y al que nunca ha renunciado; tanto es así que, cuando pinta, se mantiene en su obra una reciedumbre, característica la obra esculpida.

También, en esta misma sala, nos encontramos con obra de Fidel Goas (Oleiros, A Coruña, 1957). Hoy vive en Asturias y, curiosamente, Sanjurjo hace su trabajo diario en el lugar en el que nació Goas. Son artistas de la misma generación y han tenido muchas experiencias comunes. En el caso de quien aporta la obra escultórica lo hace a través de piezas que son, en general, de pequeñas dimensiones. Observadas en conjunto se detecta en su quehacer una gran inquietud experimentalista; tanto es así que, cada obra, parece responder a principios distintos y todas ellas se atienen a un muy cuidado acabado en un discurso que, globalmente, transcurre desde un realismo de condición onírica a una abstracción que aporta interesantes soluciones. Estamos ante una exposición que apenas se puede ver durante un mes y que se cierra el próximo día 29, corto tiempo para ver un esfuerzo tan importante y con unas aportaciones relevantes.