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Los jugadores y las redes sociales juegan al fútbol

Jesús Baleato

Jesús Baleato

Podemos asegurar que el fútbol es más que un juego. Afecta a la vida social, contribuye al desarrollo mundial, acerca a las personas, ayuda a comunicarse, aunque sean de otras lenguas y religiones, salta barreras, estimula la economía y llega a lugares donde otras acciones no pueden llegar y máxime en la era de la comunicación que lo distribuye y enseña por el mundo.

Las redes sociales cambiaron la experiencia del fútbol. Ahora los aficionados pueden compartir sus videos, seguir sus equipos y jugadores, intercambiar información con otros apasionados, hacer propaganda, entre otras opciones y tendencias.

Si los clubes y los jugadores tardaron en entrar al mundo de las redes sociales, cuando lo hicieron crecieron de manera muy rápida. Hoy, todos tienen sus cuentas en Twitter, Facebook e Instagram. Están entretenidos y volcados en las redes. Los números dicen que los clubes más activos son el Real Madrid y el FC Barcelona, tienen muchos millones de fans cada uno. Twitter es el canal preferido de los barceloneses, cuenta con millonadas de seguidores. Instagram se queda algo descolgada. Ahora se suma Tik Tok. Otros clubs, fuera de nuestras fronteras, que andan mucho en las redes y que tienen seguidores a millones son el Manchester United, PSG, el Liverpool, Chelsea y el Juventus.

En cuanto a jugadores, nos encontramos con Cristiano Ronaldo que junta más de 265 millones de fans. Es el futbolista más exitoso en redes sociales seguido de Leonel Messi y Neymar. Sorprende, de esas cuentas, la cantidad de interacción que tienen. Pienso que, si hacemos números en este momento, Mbappé y Haaland estarían en condiciones de superarlos, en paralelo con el juego.

Se habla de los beneficios, de los seguidores en sus redes, de los escándalos y su impacto. A todas horas contamos con mensajes de ida y vuelta. Se va perdiendo la autenticidad. Nadie habla de la calidad personal del jugador, de la adherencia al entrenamiento, del sentimiento de equipo, del carácter competitivo y de la responsabilidad.

Están más pendientes del tema que de concentrarse en lo que tienen entre manos y entre pies, que buena falta le hace. Mientras, muchos equipos caminan por una deriva peligrosa que pone en riesgo la entidad. Sin entrar en el tema de las apuestas por su peligrosidad.

Todos tan involucrados en el mundo de las redes que se están olvidando de la profesión, una profesión que necesita de ser todo un profesional (y parecerlo), en defensa del prestigio de la figura del futbolista y del club que le paga y presta su escenario y su organización para enaltecer su figura.

Cada vez les damos más cosas al jugador y no por eso juega mejor, algunos son engreídos, mimados, con su forma especial de conducirse, de interactuar, de relacionarse, muchos están acostumbrados a que se le ponga una alfombra roja y cuando no es así sienten que pierden el derecho al mimo. Con esos antecedentes, se acostumbraron y no entienden esa pérdida, ese derecho y no rinden. Necesitan aterrizar y asimilar nuevas reglas de juego, vivir la realidad y centrarse en el rendimiento. Por todo esto, vale la pena volver a recordar la importancia de la calidad humana, el sentimiento de equipo y la adherencia al juego, a los colores y al equipo.

La plataforma HBO Max estrenó una serie titulada Pollos sin cabeza, parafraseando a Toshack. La serie española da un repaso y retrata "el zoológico humano" del fútbol profesional, sin olvidarse de la fama, sexo, dinero y drogas. Una serie para tomarse con humor las miserias que rodean al mundo del fútbol.

Toda esta corriente también afecta al futbol modesto. Los de arriba, los grandes, son el espejo de referencia para todos nosotros y siempre los copiaremos. Las redes no tienen fronteras y su velocidad se parece al de la luz y nos tienen informados al momento.