Aniversario

25 años unidos por el euro

El euro es hoy la segunda moneda más importante del sistema monetario internacional, solo por detrás del dólar estadounidense

Símbolo del euro frente a la sede del Banco Central Europeo (BCE) en Fráncfort.

Símbolo del euro frente a la sede del Banco Central Europeo (BCE) en Fráncfort. / Agencias

Christine Lagarde

Christine Lagarde

El Banco Central Europeo se creó el 1 de junio de 1998 con el objetivo de preparar la introducción del euro, lo que fue el mayor cambio de moneda de todos los tiempos. En aquel entonces yo trabajaba como abogada y recuerdo el ritmo frenético al que revisábamos contratos basados en tipos de cambio que pronto dejarían de existir. “¿Funcionaría realmente la moneda común?”, nos preguntábamos entonces. Ahora que celebramos el vigesimoquinto aniversario de esta institución, sabemos que el euro funciona y que, además, ha estrechado los vínculos europeos.

Los Gobiernos de la Unión Europea encomendaron al BCE la misión de salvaguardar el euro, y nuestros empleados en Fráncfort, junto con los expertos de los 20 bancos centrales nacionales de la unión monetaria, trabajan sin descanso para cumplir nuestro mandato de estabilidad de precios. Esta es una labor vital para la prosperidad de los ciudadanos europeos.

Durante los últimos 25 años, otros nueve países se han incorporado a la zona euro, que ha pasado de 11 a 20 miembros. También hemos asumido nuevas funciones, como la supervisión de los mayores bancos europeos. El euro es hoy la segunda moneda más importante del sistema monetario internacional, solo por detrás del dólar estadounidense.

El camino no ha estado exento de momentos difíciles, pero durante los altibajos económicos que tuvieron que afrontar mis predecesores Wim Duisenberg, Jean-Claude Trichet y Mario Draghi, el BCE se ha centrado siempre en construir unos cimientos más sólidos para el futuro europeo mediante el cumplimiento de nuestro mandato.

La pandemia y la guerra injustificada de Rusia contra Ucrania han puesto de manifiesto que la estabilidad no puede darse por sentada. Además, las crecientes rivalidades geopolíticas pueden hacer que la economía mundial sea cada vez más volátil en el futuro. En un mundo de incertidumbre, el BCE ha sido, y seguirá siendo, un ancla fiable de estabilidad

Hemos demostrado que podemos adoptar medidas y adaptarnos rápidamente, incluso ante los retos más complejos. Tan solo unos meses después de que asumiera la presidencia del BCE, actuamos con rapidez frente a la pandemia con medidas destinadas a apoyar la economía de la zona euro en su fase más aguda, evitando así los riesgos de deflación.

Hoy respondemos con la misma determinación para reducir la inflación. Tras años en niveles demasiado bajos, la inflación es ahora excesivamente alta y probablemente se mantenga así durante demasiado tiempo. La inflación erosiona el valor del dinero, reduciendo el poder adquisitivo y perjudicando a los ciudadanos y a las empresas de toda la zona del euro y, especialmente, a los miembros más vulnerables de nuestra sociedad.

Pero lograremos que vuelva a situarse en nuestro objetivo del 2% a medio plazo. Este es el motivo por el que hemos subido los tipos de interés a un ritmo sin precedentes y por el que los llevaremos a niveles lo suficientemente restrictivos, donde los mantendremos el tiempo necesario, para lograr que la inflación vuelva a situarse de forma oportuna en nuestro objetivo.

Como nos recuerdan los recientes acontecimientos en el sector bancario, un sistema bancario sólido facilita la tarea de la política monetaria. La estabilidad financiera es condición indispensable para la estabilidad de precios, y viceversa. Desde 2014, cuando el BCE asumió la supervisión bancaria, hemos trabajado para mantener la solvencia de las entidades de crédito de la zona euro. Y los supervisores bancarios, presididos por Andrea Enria, seguirán esforzándose para asegurar que los bancos estén bien capitalizados y sean resilientes frente a condiciones cambiantes para que puedan seguir proporcionando financiación a las empresas y a los hogares.

Nuestra unión monetaria se ha visto puesta a prueba muchas veces en el último cuarto de siglo. Nos hemos enfrentado a crisis que podrían habernos separado, en particular la gran crisis financiera, la crisis de deuda soberana y la pandemia, pero hemos salido más fuertes de todas ellas. Ahora tenemos que aprovechar esa fuerza interior.

En un mundo cada vez más impredecible, Europa puede reforzar su capacidad de resistencia de dos maneras. Mediante la integración de sus mercados de capitales, puede facilitar mejor la inversión en sectores tan importantes para impulsar el crecimiento futuro como el verde y el digital. Y, completando la unión bancaria, podemos asegurar que el sector bancario contribuye a amortiguar los riesgos durante las crisis futuras, en lugar de amplificarlos.

La expresidenta del Parlamento Europeo Simone Veil dijo en una ocasión que «necesitamos una Europa capaz de ser solidaria, de ser independiente y de cooperar». Estas palabras resumen a la perfección lo que el euro representa. En última instancia, el euro es más que una moneda: constituye la forma más avanzada de integración europea y representa una Europa unida que colabora estrechamente y protege y beneficia a todos sus ciudadanos.

El BCE siempre será un pilar fundamental en esa labor.