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El enigma Sarmiento

Marcelino Agís Villaverde

Marcelino Agís Villaverde

EL PASADO VIERNES hablé, dentro del ciclo de conferencias que conmemora los 50 años de la UNED de Pontevedra, sobre la importancia de los viajes en el pensamiento de Fray Martín Sarmiento. La Ilustración, época a la que pertenece el Padre Sarmiento, se decanta por un nuevo modelo de conocimiento en el que el contacto experiencial con el mundo complementa la cultura libresca.

Su formación escolar y religiosa le llevó a formarse, primero en Pontevedra, en monasterios de la orden benedictina como el de San Salvador de Lérez o el de San Juan de Poio. Ingresa con 15 años en el monasterio de San Martín de Madrid y deciden sus superiores que se forme, primero, en la Universidad de Santa María la Real de Irache (Navarra); después, en Salamanca; y, por último, en León. Pasará los cinco años siguientes en Asturias como maestro en varios conventos, el último de ellos el de San Vicente de Oviedo, donde era abad el Padre Feijoo.

Hasta cumplir 50 años se nutrirá de los libros que encuentra en las bibliotecas y archivos de la orden y en la Biblioteca Real de Madrid. Creará en su celda una gran biblioteca con más de ocho mil volúmenes. A partir de esa fecha, desea viajar y completar su conocimiento del mundo con la propia experiencia. Algo que se refle- ja en los dos Diarios de viaje de 1745 y 1754.

Pasó sus últimos años suspirando por regresar a Galicia y a su amada Boa Vila. Deseaba terminar sus días en cualquier convento gallego, pero no lo logró. Sus libros engrosaron la biblioteca del Monasterio de San Martín. Una fabulosa biblioteca que se perdió a principios del siglo XIX, junto con el monasterio, engullido por la ciudad de Madrid, y la propia sepultura de Sarmiento, trasladada en 1883 al cementerio parroquial de San Martín. A partir de ahí se pierde la pista de sus restos. Estaría bien que algún investigador lograse saber a dónde fueron a parar sus cenizas, y ya, de paso, nos diga dónde están sus libros.