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¿Debatir lo obvio?

Pilar Alén

Pilar Alén

LEAN ESTE TEXTO: “La crisis actual (…) es la más grave de todas las que ha atravesado la Humanidad. El desquiciamiento va desorientando los pueblos y la ola materialista, pretendiendo sacar del corazón humano la idea cristiana y presentándole como único ideal el bienestar material, va invadiendo, desbastando y pisándolo todo tal si fueran caballos del feroz Atila”.

Se editó hace un siglo. La idea cristiana podría sustituirse por cualquier otra. Nada cambiaría: son hijas de una misma cepa. Se mantendría el sentido, casi apocalíptico, que de tal cita se desprende.

Cierto es que, no sin razón, se dice que nuestra sociedad anda de cabeza. Niños, jóvenes y adultos toman las armas para asesinar a cualquiera. Padres hay que cometen tropelías que jamás imaginar pudieran. Hijos que les da igual ir de botellón, tirarse de un balcón o de un puente. Personas que, en definitiva, parecen haberse criado sin norte y que, hoy día, lidian con una sociedad que poco les favorece.

Antes no había apenas información. Ahora que tanta existe, no aprendemos la lección. No es cuestión de buscar culpables, pero cabe pensar que, o falta formación (tanto a padres, como a hijos y a la sociedad que los acoge), o la mala inclinación que reside en el corazón, gana terreno a toda buena acción.

Parece existir una generación de padres que estas o peores cosas ven y no saben qué hacer. No se deprimieron ni tan siquiera viviendo en villas dispersas, casi olvidadas, bañadas por el rigor del mar o por el de la montaña. Ganaron el sustento sufriendo penalidades, tanto dentro como fuera de España. Todo eso debería haberles hecho más fuertes. Sin embargo, les cuesta vivir bajo el cúmulo de promesas y blindajes que se les ofrecen. ¿Contamos con ellos para afrontar problemas que les importan o les afectan? Si no es así, estamos anclados en un paternalismo sin tregua.

Vivir en una sociedad materialista y monopolizada no es nuevo. Dejarse arrastrar por vanas ilusiones, como algunos pretenden, es sinrazón de rara explicación.

Prevenir, bien se sabe, es la mejor opción, porque lo que se ve venir de lejos o casi de modo inmediato, sin poner remedio, pan es para hoy y hambre para mañana.

Démosle la vuelta a tal panorama. Hay personas de todas las edades solícitas y comprometidas, voluntarias en campañas solidarias, ajustadas a un tiempo y un horario, o sumergidas en movimientos y grupos con nobles ideales. No sé si son las menos, pero la verdad es que apenas salen en la foto ni en otros encuadres. Viven en silencio, haciendo labores que no necesitan aplausos ni vanos clamores.

¿Visión apocalíptica? Pudiera parecerlo a veces. Aun así, esta situación puede servir de aliada para combatir los desperfectos de una sociedad un tanto materialista, tristemente desorientada, pero no irremediablemente perturbada.

Cuestión de enfoque. ¿Compensa debatir lo obvio?