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¿Sólo o acompañado?

José Manuel García Iglesias

José Manuel García Iglesias

ESTAS ELECCIONES MUNICIPALES, que están ya a la vuelta de la esquina, parecen mostrar, por lo que dicen las encuestas conocidas, un panorama complejo en el conjunto de Galicia. Salvo casos específicos, como el de Vigo, en lo demás la pregunta que cabe hacerse –sobre cómo han de configurarse nuestras corporaciones locales y, sobre todo, sus gobiernos– es de si los partidos políticos van a plantearse, en ese estricto contexto territorial, la nueva etapa en soledad o en compañía.

Porque una cosa va a ser, como es habitual, quien va a tener mas votos y otra quien gobierne. Y, además, la cuestión tiene una doble vertiente en el mundo de lo local: la estrictamente municipal y la provincial. Y es que no solo están en lid los trescientos trece ayuntamientos, también lo están –y no es cuestión menor– las cuatro diputaciones en las que se reparte nuestro territorio.

Y ambas circunscripciones, para las que el ciudadano tiene una única papeleta, deben de tenerse en cuenta a la hora de votar, ya que si es importante el modo de gobierno de un municipio también lo es, y mucho, el poder y la gestión que tienen las diputaciones, sobre todo en lo que se refiere al mundo rural pero, también, al urbano.

¿Sólo o acompañado? Todo parece indicar que lo que va a primar es la segunda opción, algo con lo que se diluye, en cierto modo, el compromiso de cada partido, expresado a lo largo del tiempo de campaña, al presentar sus programas, ya que, al tenerse que pactar con otro, u otros, tendrán que llegar a acuerdos que los distancien de lo previamente prometido.

En principio no tiene que ser, necesariamente, algo negativo que dos, y hasta tres, programas electorales se fundan en uno, siempre que quienes acometan esa labor lo hagan de forma inteligente, sensata, equilibrada y leal. Es más, podría ser, incluso, beneficioso. Al fin y al cabo, de lo que se trata, básicamente, en el ámbito de lo local, es de gestionar el día a día de una manera eficaz, con un buen análisis del punto de partida y procurando acometer, en el tiempo del mandato, los objetivos que se consideren precisos, siempre, claro está, en un contexto en el que prime la democracia y la libertad.

Votaremos el próximo domingo desde la esperanza de que, sean cuales sean los gobiernos resultantes, lo hagan bien. Y que a aquellos a los que les corresponda estar en la llamada oposición se les tenga en cuenta; se les escuche y se valoren sus aportaciones. Nadie sobra. Un buen gobernante sabe contar con todos; otro posicionamiento, en este sentido, puede ser hasta eficaz, en términos electoralistas, pero menos justo, si de lo que se trata es, como debe ser, de contar con la totalidad, porque a una sociedad lo representan todos y cada uno de los elegidos.

Y es que nadie debiera considerarse ganador o perdedor en unas elecciones. La cuestión es otra: que lo hagan, juntos, lo mejor posible.