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Si no quieres perder, vota

Xaime Barreiro Gil

Xaime Barreiro Gil

LA DEMOCRACIA tiene como base la participación ciudadana en la definición de las reglas de juego para el ejercicio de la política. Y la política, mientras no se encuentre otra manera, es la vía decisoria de la formalización de la ley. Contando, pues, con la democracia como legitimación y con la política como actuación, lo que se debe hacer y lo que se hace, la colectividad se dota a sí misma de un sistema justo de convivencia.

Dicho así, recogiéndolo todo en un solo párrafo, puede parecer poca cosa, pero no lo es. Ninguna situación histórica en la que hayan faltado la democracia y el ejercicio de la política representativa, una como consecuencia de la otra e inseparables, ha logrado, ya no digo que sobrevivir en el tiempo, sino, más especialmente, permitir a sus ciudadanos hacerlo sin la sumisión, a veces violenta, de sus voluntades. Sin democracia, pronto o tarde, se acaba en eso.

Fuera del orden democrático, en realidad, es difícil, por no decir imposible, hablar de ciudadanía. No hay ciudadanos; simplemente sujetos sometidos. Hombres sin necesidad de nombre, porque ni siquiera para señalarlos se necesita. Sólo con la más ingrata de las obediencias. Como los presos: sin más identidad que unos números gravados en su espalda.

El escape de semejante degradación de la convivencia cívica, es el compromiso participativo de todos los ciudadanos, usted, yo y todos los demás, en la afirmación y defensa de la democracia, con el ejercicio representativo de la política. Y hasta ahora sólo se ha encontrado una vía para hacerlo: la participación comprometida en los procesos electorales.

Votando, pues, cada uno a quien quiera o por lo que desee, participando responsablemente en el ejercicio libérrimo de su libertad, aseguramos para hoy y para mañana nuestra propia convivencia. Y con eso, créame, ya es bastante para que nos podamos sentir seguros y esperanzados.

Sin votar, todo son riesgos y, más que seguramente, pérdidas. No es necesario acudir a la historia ajena para dar fe de esto que digo. La nuestra basta para confirmar que es cierto. Y renegar de ello, conveniente. Que vale la pena mirar hacia adelante, no hacia atrás.

Si usted me permite un consejo, se lo doy: “¡Si no quiere echar nada a perder, vaya a votar!”. A menos que no nos interese convivir en paz, será buena cosa para usted, para mí y para todos los demás. Hagámonos ese favor.

Le deseo que el día después de haber votado, se sienta bien consigo mismo. Como un ciudadano sin tacha.