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Acompañadas

José Manuel García Iglesias

José Manuel García Iglesias

LAS URNAS HAN HABLADO y ahora aquellos que han sido elegidos tienen la responsabilidad de cumplir, del mejor modo posible, con el electorado. Y lo han de hacer no solamente con quienes depositaron en los nombres de una papeleta cualquiera su confianza sino con la generalidad de un pueblo al que han de servir. No es tarea sencilla, pero se han prestado, voluntariamente, a llevarla a cabo. Tras la renuncia del cabeza de cartel de uno de los grupos, José Sánchez Bugallo, la corporación compostelana cuenta con un grupo mayoritario, pero insuficiente, dirigido por Borja Verea, y tres que, previsiblemente, configurarán un gobierno en el que Goretti Sanmartín, Mercedes Rosón y María Rozas, por ese orden, son sus referentes primeros, a tener en cuenta a la hora de entablar el pertinente diálogo, en búsqueda de un pacto.

Por eso, en la pregunta que nos hacíamos la semana pasada –¿sólo o acompañado?– parece que se aleja del “solo”, que sería, en este caso, Borja Verea y su equipo, y se decanta por el, en esta ocasión, “acompañadas”, si partimos de lo que seguramente hagan las tres elegidas, antes citadas. Son tres políticas que han demostrado, anteriormente, su contrastada validez pero están, ahora, ante el mayor reto, en estas lides, que les ha correspondido afrontar.

Dado que no ha ganado una mayoría suficiente ha llegado el momento de hacer un programa para los años venideros en el que confluyan las tres fuerzas que se harán, por lo que parece, con el poder. En ningún lugar está escrito que éste debe asumir aquello en que están de acuerdo y nada más. Tendrán que diseñar no solo un modelo de gestión sino también fijarse unos objetivos que hagan de Compostela, pasada esta etapa, una ciudad mejor. No estaría de más, en este sentido, que leyesen –y asumiesen, en parte– lo que otros partidos políticos proponían; y no me refiero tan solo al que ganó las elecciones; también merecen ser escuchados los que no han conseguido representación alguna.

Se trata, en definitiva, de mantener, en las mejores condiciones posibles, la vida de esta ciudad. Tan preciso es, por lo demás, conservar lo bueno, que tenemos, como el pretender forjar un inmediato futuro, consonante con los nuevos tiempos, y todo esto no tiene siglas concretas que lo avalen y, más bien, debiera ser –y, posiblemente, lo sea– un objetivo común de todas ellas.

Santiago de Compostela es una ciudad muy especial en Galicia. Es su capital, la razón de ser de un movimiento peregrino prácticamente universal, un patrimonio histórico de primer nivel, con una Universidad que, en muchos aspectos, es un referente internacional…, todo esto, y mucho más debe de sopesarse a la hora de programar y enfrentarse a una nueva etapa. Dos de los tres grupos que, supuestamente, se harán con el mando, tienen, exactamente, el mismo número de concejales y el tercero cuenta con la tercera parte de los dos con los que previsiblemente va a aliarse. Y, además, han de compartir el día a día con el Gobierno de la Xunta de Galicia y, dentro de muy poco, con el de todos los españoles, pendientes de una continuidad o de un cambio… Y con esos gobiernos, el de la Autonomía y el del Estado, también con el de la Diputación de A Coruña, se han de tratar muchas cosas, para el bien de la ciudad. Que todo vaya lo mejor posible; lo esperamos.