{ POLÍTICAS DE BABEL }

Las claves helenas

José Manuel Estévez-Saá

José Manuel Estévez-Saá

DEBE DE SER VERDAD eso de que para levantar un país después de una crisis hacen falta, al menos, uno o dos mandatos; pero, para arruinarlo, apenas unos meses son suficientes. Grecia, que asume una situación similar a España en términos fronterizos y de membresía en la UE, ha sufrido una transformación encomiable desde la crisis económica y financiera de 2008. Eso sí, su angustia y fiscalización por parte de los hombres de negro, y de la temida troika, sirvió para evidenciar el descontrol administrativo que, como expusimos aquí, tantos países, no sólo de la cuenca mediterránea, padecían de forma endémica.

En 2014, de nuevo, pude comprobar sobre el terreno la rebeldía de unos helenos que se resistían a sufrir tanto la ineficacia gestora de sus líderes políticos, como las imposiciones que llegaban desde un norte europeo que desconocía, hasta entonces, la particular y temeraria idiosincrasia de sus socios del sur. Hoy me topo con una República Helénica nueva, donde ya no se habla de los rescates de Grecia, Portugal o Irlanda, ni de los sacrificios de Italia o España. Aun así, percibo que, más allá de reformas y restricciones, tanto allí como aquí aspiramos a alcanzar una estabilidad que nos libre de los sobresaltos del pasado.

Y es en este contexto de temor a lo desconocido, y sosiego ante lo conocido, donde debemos encuadrar el resultado de las elecciones parlamentarias celebradas en Grecia el domingo 21 de mayo. Se constata que los populismos que triunfaron en tiempos de desesperación ya no convencen, por su cínico sometimiento a las ayudas y las directrices europeas. La gente ahora prefiere formaciones políticas fuertes, capaces de gestionar y defender sus intereses ante el Parlamento y la Comisión Europea. Nueva Democracia (ND), el partido del primer ministro conservador Kyriakos Mitsotakis, lo sabe, y se aprovecha de ello (40,8% de votos). Y hasta asume que los 50 escaños extra que le aportaría una segunda vuelta en junio podrían proporcionarle una mayoría que ni la denostada Syriza (20,1% de votos), ni el de nuevo emergente socialismo del Pasok (11,5%), estarían en disposición de arrebatarle.

Grecia crece; pero su bonanza no repercute en la ciudadanía. Aun así, y al igual que en otros contextos europeos, sus votantes apuestan por la estabilidad. Entretanto, los españoles los observamos con cariño, pese a nuestra rivalidad turística. De hecho, Barcelona, A Coruña y Valencia son nuestros principales puntos de exportación hacia una Grecia que acepta nuestro cobre y petróleo refinados; además de nuestros textiles, cerámica, medicamentos, y hasta frutas y productos del mar. Por su parte, Atenas nos aporta plásticos, componentes de aluminio y pescados frescos; así como dispositivos de ordenadores, etc. Por eso le deseamos lo mejor; pues su prosperidad también será la nuestra.