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Yo soy yo y mi móvil

Carlos Pajares Vales

Carlos Pajares Vales

En los tiempos actuales, la formulación de Ortega “yo soy yo y mi circunstancia” debe ser cambiada por “yo soy yo, mi circunstancia y mi móvil”.

No es fácil separar el “yo” de mi “circunstancia”, imposible se podría decir. Incluso una parte que parece como algo constitutivo del “yo” como son los genes trasmitidos por los progenitores, se pueden atribuir en gran medida a las circunstancias, circunstancias que nos van a marcar muchas de las condiciones de nuestra vida. Las circunstancias, es decir el entorno en que vivimos, influye en las posibles fluctuaciones (mutaciones) del contenido de nuestros genes. Cuando observamos a una persona e intentamos comprenderla, tenemos que acudir a su historia personal para explicar su comportamiento. Muchas veces decimos que si hubiésemos vivido sus mismas circunstancias probablemente nos habríamos comportado de la misma manera. Esto nos puede ayudar a corregir nuestro ego, y ver que dentro de nuestras diferencias todos tenemos cosas comunes que nos igualan.

Probablemente, Ortega formula la famosa frase influido por su estancia en Alemania, donde en la década de los años veinte del siglo pasado, surge la Mecánica Cuántica y se formula el principio de incertidumbre de Heisenberg, principio que pone de manifiesto la imposibilidad de separar la observación de lo que se observa o, si se quiere, la influencia (interacción) de la observación en el objeto observado. Por supuesto, el “yo” se refiere siempre a personas, las únicas que tienen conciencia reflexiva para tener un “yo”, mientras que Heisenberg se refiere a partículas elementales, pero incluso en estas, es imposible separar la individualidad de sus interacciones. Un electrón es un electrón y sus interacciones.

Hay una diferencia fundamental de los electrones, igual que el resto de la materia con los seres vivos. Estos son únicos e irrepetibles mientras que los electrones son todos iguales. Sin embargo, no hay dos hojas iguales, aunque sean de la misma clase de árboles y estos estén situados al lado uno del otro. Es la gran diversidad de la vida por encima de las circunstancias. La actitud que presentamos frente a la vida de cada día, que es única para cada uno de nosotros, es la respuesta que emana de nuestro interior y lo que hace que no estemos predeterminados como unos muñecos de marionetas movidos por hilos. Por ahí van los caminos de la libertad y de ser el señor de uno mismo.

Hoy en día la civilización nos ha dado un poderoso instrumento de información, el móvil, que le hemos incorporado a nuestra circunstancia de tal manera que no podemos vivir sin él. Casi pertenece más a nuestro yo que a nuestra circunstancia. Estamos sujetos al móvil. “Sujeto” significa estar arrojado debajo, es decir sometido. En efecto el móvil puede llegar a ser un instrumento de esclavitud. Incluso al responder a wasaps con el “me gusta”, acatamos estar sometidos a tendencias que son determinadas externamente. El “instrumento”, el móvil, incentiva a que expresemos nuestras opiniones, nuestras preferencias y que contemos lo que hacemos y a donde vamos. Creemos que nos estamos “realizando”. ¿Realmente somos más libres o más esclavos?