DEFENDIMOS desde esta columna los derechos de nuestras futbolistas, su mejora salarial, el respeto que merecen, y que se atendiera a sus circunstancias personales para favorecer el desarrollo de su trayectoria profesional. Incluso denunciamos el desigual trato que recibían con respecto a los futbolistas, más allá de los beneficios económicos que generara cada selección, o de que nos parezcan desproporcionados los sueldos que reciben los futbolistas en general, en comparación con otros profesionales más relevantes para la sociedad. Ahora bien, la opinión pública ha asistido atónita a los modos y las formas de unas futbolistas que, sin explicar por qué, exigen cambios estructurales, incluidos despidos, además de no ser convocadas como parte del combinado nacional. Nos sorprende porque son mayoría los profesionales, en el ámbito público y en el privado, que desarrollan su trabajo en circunstancias adversas, incluyendo dificultades de conciliación, salarios ridículos, o condiciones laborales de riesgo que, sin embargo, siguen ahí, sacando adelante el país. Se debe a su compromiso y a su vocación.

Tenemos muy reciente la pandemia. Y no olvidamos a todas aquellas y aquellos sanitarios que no se apearon de sus puestos de trabajo, arriesgando sus vidas y las de sus familias, en unos hospitales desbordados, sin equipos de protección ni medidas de conciliación. Pero ahí estaban, cumpliendo con su labor a pesar de que sus circunstancias extremas y adversas eran conocidas por la ciudadanía y por los poderes públicos. También nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad han reivindicado mejoras laborales, y los camioneros, y los trabajadores de la Justicia, y las camareras de piso, y el profesorado; y todos lo hacen por los cauces establecidos, esto es, a través de sus sindicatos, organizando huelgas, sí, pero respetando los servicios mínimos y explicando sus reivindicaciones, que a veces son escuchadas, y otras no.

Lo que no hemos visto es acudir a los gobernantes a mediar tan prestos como lo han hecho con nuestras jugadoras; y menos aún hemos escuchado, como ha ocurrido con el ministro Iceta, afirmar sobre los demás colectivos que deseaba que estuvieran “motivados, cómodos y felices”; ni que nadie les pidiera perdón, como hizo el presidente del CSD. Las formas importan, porque los ciudadanos ya están denunciando que parece haber ciudadanas de primera y de segunda. Celebramos que las hayan escuchado. Y esperamos que ahora cumplan con su cometido y, dado que pueden elegir, que sigan jugando, y bien. También, si quieren, que expliquen qué piden, y por qué exigen la dimisión de personas concretas y la reestructuración de la RFEF. Otros colectivos han explicado alto y claro sus circunstancias, sin que se les haya hecho caso; y ahí siguen, demostrando su profesionalidad cada día.