Lo jacobeo por tierras de Compostela

DENTRO y fuera de Galicia todo lo que se refiere al fenómeno Xacobeo despierta siempre interés y es seguido por gentes de los ámbitos más dispares, desde los eminentemente académicos hasta los puramente turísticos y comerciales. Nunca pensé que al empezar mi primera tesis doctoral podía darle tal enfoque: descubrir aspectos musicales poniendo como centro la figura del apóstol Santiago. Entonces no estaba tan en boga, pese a ser algo latente a lo largo de toda la historia, inclusive en el pasado siglo, aunque su despunte y apogeo, como saben, llega en 1993, año santo que recordamos casi como si fuera ayer. 

En ese trabajo académico, que no llegó a tal por ser inabarcable, mi fin era estudiar la música en las catedrales españolas en la transición del barroco al clasicismo. Lo pongo así, en minúsculas, para que parezca más creíble, pero la cierto es que ese era –tal cual– el título entero de dicha investigación, sugerida por alguien que, por ser una autoridad, parecía darle credibilidad a la factibilidad de semejante proyecto por parte de una única persona, en tiempo limitado y novata en el arte de la ‘reçerca’. ¿Y cómo comenzar? Con estrategia para no morir en el intento. Primero, ver de cuántos templos estábamos hablando. No pensaba que eran tantos: una setentena, tirando por lo bajo. Segundo, centrar el período en el que debía moverme. Tampoco me lo podía creer: no existían estudios suficientes, ni concluyentes sobre el comienzo ni el final de tan amplio margen temporal, acotado a priori no tanto por años como por dos estilos artísticos (barroco-clasicismo). Amplitud e incertidumbre. Esos eran los parámetros iniciales de una empresa que terminó con el acopio de una serie de información inconexa, no apta para presentar ante un tribunal universitario. Pese a todo, no fue un fracaso total puesto que la experiencia y los datos obtenidos en aquellos viajes por todas las comunidades españolas, así como la cantidad de documentos recopilados (clasificados en útiles e inservibles) enriquecieron un archivo personal que, a día de hoy, me sigue siendo muy provechoso.

Al tener delante el libro titulado ‘España. Sus catedrales y Santiago el Mayor. Por tierras de Compostela’ del profesor José Manuel García Iglesias, me vinieron a la cabeza todas esas andanzas, con las dificultades y triste final que he narrado. Me intrigó y pronto pude comprobar que el resultado al que él ha llegado dista de ser errado o mal trabado. Al contrario. La elección de las catedrales obedece a un criterio claro: son ocho sedes que han sido sufragáneas de la santa iglesia catedral compostelana, en momentos en los que estaba vigente el controvertido Voto de Santiago, finiquitado en los convulsos hechos acontecidos en torno a su desaparición, a mediados del s. XIX. Además, el autor optó por iglesias del eje conocido como ‘Vía de la Plata’, por lo que se fija en templos de pequeñas y grandes ciudades que han tenido un protagonismo evidente, aunque no coincidente, en el entramado de un relato del que vamos conociendo poco a poco sugerentes datos históricos. Son, a saber: Astorga, Ávila, Badajoz, Ciudad Rodrigo, Coria, Plasencia, Salamanca y Zamora. En palabras de García Iglesias: «(…) cada catedral aquí estudiada, aporta un legado jacobeo, un modo de ser, de entender y de valorar a Santiago el mayor a lo largo de su historia, con matices diferentes en cada tiempo (…)».

El libro incluye cuidadas ilustraciones (sello inequívoco de Teófilo Edicións), algunas con valiosos detalles que pasarían desapercibidos sin un ojo tan entrenado en la búsqueda de aquello que uno imagina que puede existir y que no se halla a simple vista, pero que sí está en alguna parte. Aparece Santiago como discípulo, apóstol, señor, peregrino y caballero, sin obviar la Virgen en su advocación del Pilar, y piezas que hoy se conservan en Museos Catedralicios traídas de aquí y de allá. En definitiva, un exhaustivo y riguroso estudio que felizmente llega a buen puerto, idóneo para entendidos y profanos. 

Si muchos y variados son los caminos a Santiago por tierras alejadas de Compostela, estamos deseosos de que se nos vuelvan a presentar de esta manera, aunando la historia y el arte de sus catedrales. Poner banda sonora –que la hay, como bien se refleja en los bellos cantorales incluidos en esta monografía– sería el broche de oro perfecto a publicaciones como la que ahora se nos pone al alcance de la mano. Ahí queda la idea…